31/01/2017, 18:35
Para quién ha olvidado la alegría de las cosas pequeñas de la vida, ni la magnificencia del recuerdo plasmado en roca de una tragedia heroica podía generarle alguna emoción. He de ahí que no miraba nada, no encontraba el significado escondido tras aquello que sus ojos veían. El ver todo, sin observar nada.
Suspiró. El viaje había sido en vano, por mucho que quisiera, era una de las pocas cosas en las que no podría cumplirle su palabra a su hermana. Tanto así, que sería incluso más fácil si le dijera que se matase, a que él lograra mostrar el más mínimo ápice de sentimientos. En otros tiempos, quizás hubiera estado emocionado, extasiado por la maravilla del lugar. Pero los sueños del niño que fue murieron hace ya dos años. Ni él mismo se entendía, no captaba en que momento pasó, en que momento la tristeza era la única razón por la que no se consideraba muerto, al menos no físicamente, porque sus ojos reflejaban lo contrario.
Se levantó de golpe, y se frotó violentamente la cara con el antebrazo, tratando de eliminar cualquier rastro de la tímida lágrima que quería escaparse de su único ojo.
No quería saber nada más, decidió ir a buscar un lugar apartado y solitario. Quién sabe a qué, quizás solo para echarse una siesta y que el sueño consolara la pena y el aburrimiento. Más cuando creyó encontrar un sitio ideal, se topó que alguien ya se encontraba ahí sentado patas al aire con los pies al abismo.
Lo divisó de lejos, pero su idea era buscar paz, así que si nada se lo impedía, simplemente se giraría sobre sus talones para darse la vuelta y buscar otro rumbo.
Suspiró. El viaje había sido en vano, por mucho que quisiera, era una de las pocas cosas en las que no podría cumplirle su palabra a su hermana. Tanto así, que sería incluso más fácil si le dijera que se matase, a que él lograra mostrar el más mínimo ápice de sentimientos. En otros tiempos, quizás hubiera estado emocionado, extasiado por la maravilla del lugar. Pero los sueños del niño que fue murieron hace ya dos años. Ni él mismo se entendía, no captaba en que momento pasó, en que momento la tristeza era la única razón por la que no se consideraba muerto, al menos no físicamente, porque sus ojos reflejaban lo contrario.
Se levantó de golpe, y se frotó violentamente la cara con el antebrazo, tratando de eliminar cualquier rastro de la tímida lágrima que quería escaparse de su único ojo.
No quería saber nada más, decidió ir a buscar un lugar apartado y solitario. Quién sabe a qué, quizás solo para echarse una siesta y que el sueño consolara la pena y el aburrimiento. Más cuando creyó encontrar un sitio ideal, se topó que alguien ya se encontraba ahí sentado patas al aire con los pies al abismo.
Lo divisó de lejos, pero su idea era buscar paz, así que si nada se lo impedía, simplemente se giraría sobre sus talones para darse la vuelta y buscar otro rumbo.