5/02/2017, 18:04
Al final, la persona que estaba escondida en aquel oscuro callejón resultó ser una niña escuálida. Niña que por cierto portaba un arma shinobi en la mano y que ante la pregunta del joven Isa retrocedió intimidada. La actitud de la chica le parecía sospechosa, era como si estuviese intentando ocultar algo. Por si fuera poco, el nombre no le sonaba, o al menos en ese mismo momento no recordaba haberlo escuchado.
La segunda pregunta solo acentuó sus dudas, pero antes de responder debía corroborar algo. Se tomó su tiempo y caminó tranquilo hasta ella, sin sacar las manos de los bolsillos. Era más o menos de la misma altura que él. Se agachó y ladeó la cabeza varias veces, examinándola. Luego, posó sus ojos en los alrededores, buscando algo extraño en el sitio, y cuando creyó haberlo encontrado rápidamente clavó su vista en los ojos de la niña de la cinta azul.
—Pues aparte de dañar propiedad privada no, no has hecho nada malo— Se burló. —¿Pero que más da? Los vándalos siempre hacen graffitis y demás desgracias en lugares como estos, de seguro al dueño del edificio no le importará encontrar tres docenas de marcas más. ¿Verdad?— Aseveró acercando su rostro levemente al de ella.
Antes de seguir con su acusación, cayó en cuenta que la pelinegra no portaba bandana. Fijó la vista en el kunai, luego en las marcas de la pared, y de nuevo en el kunai. Creía saber que estaba pasando, pero lo mejor sería interrogar a la muchacha para tener certeza de que estaba en lo correcto.
—¿Estás entrenando o algo?— Comentó con un tono menos agresivo, y retrocediendo un poco para darle su espacio personal a la muchacha.
La segunda pregunta solo acentuó sus dudas, pero antes de responder debía corroborar algo. Se tomó su tiempo y caminó tranquilo hasta ella, sin sacar las manos de los bolsillos. Era más o menos de la misma altura que él. Se agachó y ladeó la cabeza varias veces, examinándola. Luego, posó sus ojos en los alrededores, buscando algo extraño en el sitio, y cuando creyó haberlo encontrado rápidamente clavó su vista en los ojos de la niña de la cinta azul.
—Pues aparte de dañar propiedad privada no, no has hecho nada malo— Se burló. —¿Pero que más da? Los vándalos siempre hacen graffitis y demás desgracias en lugares como estos, de seguro al dueño del edificio no le importará encontrar tres docenas de marcas más. ¿Verdad?— Aseveró acercando su rostro levemente al de ella.
Antes de seguir con su acusación, cayó en cuenta que la pelinegra no portaba bandana. Fijó la vista en el kunai, luego en las marcas de la pared, y de nuevo en el kunai. Creía saber que estaba pasando, pero lo mejor sería interrogar a la muchacha para tener certeza de que estaba en lo correcto.
—¿Estás entrenando o algo?— Comentó con un tono menos agresivo, y retrocediendo un poco para darle su espacio personal a la muchacha.