6/02/2017, 04:53
Kōtetsu no sabía cómo reaccionar ante la amplitud de lo dicho por aquel muchacho. En parte se sentía un poco menos solo, pues no era el único que estaba tratando de adaptarse a un mundo que no comprendía. Pero por otro lado se sentía un tanto desanimado al entender que la respuesta que tanto buscaba no era algo que se pudiese encontrar tan fácilmente.
“Extraño tanto Odayakana —pensó mientras también miraba al cielo azul—. Cuando estaba allí mi mundo era mucho más pequeño y simple… Más tranquilo y con menos preguntas”
De pronto, el ambiente se torno muchos más placido y agradable. Claro, aun había cierta tensión intrínseca al sitio, pero era muy pequeña como para afectar al peliblanco.
—Ya veo… La respuesta que estoy buscando es mucho más grande y esquiva de lo que pensé —dijo, cruzando los brazos y cerrando los ojos, haciendo un esfuerzo para comprender todo lo escuchado y sentido—. Sin embargo, lo que me has dicho se volverá un fragmento importante en la construcción de la misma, estoy seguro.
Abrió los ojos y por unos segundos contemplo al chico frente a él, tratando de descifrar algo acerca de su forma de ser o de su pasado, pero no logro extraer nada del mismo. Sin embargo algo le quedaba claro; era un buen muchacho que parecía llevar cargas tan pesadas como las suyas. Cargas emotivamente distintas, pero igualmente difíciles.
“Todos somos prisioneros de algo”
—Me has dicho bastante, por lo que es justo que yo haga lo mismo. —Se enderezo y sentó correctamente frente al otro muchacho—. Puedes preguntar lo que te parezca pertinente, como te abras dado cuenta, no mentiré.
»En ocasiones es problemático, pero soy como un mentiroso compulsivo… Solo que digo la verdad en lugar de la mentira.
No pudo contener una leve risa luego de decir aquello, pues era una broma de su padre que siempre le había hecho mucha gracia.
“Extraño tanto Odayakana —pensó mientras también miraba al cielo azul—. Cuando estaba allí mi mundo era mucho más pequeño y simple… Más tranquilo y con menos preguntas”
De pronto, el ambiente se torno muchos más placido y agradable. Claro, aun había cierta tensión intrínseca al sitio, pero era muy pequeña como para afectar al peliblanco.
—Ya veo… La respuesta que estoy buscando es mucho más grande y esquiva de lo que pensé —dijo, cruzando los brazos y cerrando los ojos, haciendo un esfuerzo para comprender todo lo escuchado y sentido—. Sin embargo, lo que me has dicho se volverá un fragmento importante en la construcción de la misma, estoy seguro.
Abrió los ojos y por unos segundos contemplo al chico frente a él, tratando de descifrar algo acerca de su forma de ser o de su pasado, pero no logro extraer nada del mismo. Sin embargo algo le quedaba claro; era un buen muchacho que parecía llevar cargas tan pesadas como las suyas. Cargas emotivamente distintas, pero igualmente difíciles.
“Todos somos prisioneros de algo”
—Me has dicho bastante, por lo que es justo que yo haga lo mismo. —Se enderezo y sentó correctamente frente al otro muchacho—. Puedes preguntar lo que te parezca pertinente, como te abras dado cuenta, no mentiré.
»En ocasiones es problemático, pero soy como un mentiroso compulsivo… Solo que digo la verdad en lugar de la mentira.
No pudo contener una leve risa luego de decir aquello, pues era una broma de su padre que siempre le había hecho mucha gracia.