7/02/2017, 03:09
—¡Última vez que te hago caso! —Bramó a los cuatro vientos la kunoichi de Kusagakure que no hallaba manera de refugiarse de aquel penetrante frío.
El lado positivo era que había optado por su vestimenta de invierno a sabiendas que se pasearía por el país de la tormenta, territorio en el que nunca paraba de llover según decían las malas lenguas pero lo que nunca en su vida se planteó fue que se encontraría con nieve, es decir, estaban en plena primavera, se lo hubiese esperado durante el invierno en Amegakure pero resultó estar equivocada completamente.
—¡Ni quien te mande! —Respondió ofendida la mujer a la que solo Ritsuko oía y veía.
Claro, si aquella mujer decía de girar a la izquierda, significaba que la kunoichi pensaba en girar a la izquierda, por lo que si en este caso siguió las indicaciones de su madre significaba que la equivocada en un principio había sido ella y su madre lo único que hizo fue repetir lo que la chica que aún respiraba pensaba realmente. ¿Complicado de entender? No sí tenemos en consideración que aquella mujer que flotaba en el aire en realidad era producto de la imaginación de la más joven, aquella que se mantenía abrazada fuertemente para intentar protegerse mínimamente del frío polar de aquellas tierras.
~¿Todos los de Amegakure se acostumbran a este clima de mierda? ~Se preguntaba sumamente frustrada la chica al notar que su abrigo era prácticamente inútil. Sus labios habían adquirido cierta tonalidad morada por causa del frío y su cuerpo no paraba de tiritar con cada paso que daba haciendo que sus dientes sonasen al chocar entre sí.
Al cabo de una hora tal vez de estar caminando en tal lugar, Ritsuko logró vislumbrar en la lejanía lo que parecía ser un pueblo lo que significaba que hallaría refugio aunque fuese de forma temporal para aquel clima del asco. Aquello era motivo suficiente para hacer que la fémina acelerase ligeramente el paso y digo ligeramente porque era su primera vez andando sobre la nieve y se le hacía sumamente difícil, pero por suerte tardó relativamente poco en llegar al lugar y ver la gente yendo y viniendo seguramente para ir a sus casas o a la posada del pueblo, lugar al que ella se dirigiría y por suerte encontró relativamente rápido.
Abrir la puerta de golpe era una buena opción para la pelirroja, pero a saber cuánta gente habría pensado exactamente lo mismo que ella de entrar y refugiarse del frío así que… La abriría de una patada de hacer falta, las delicadezas no eran lo suyo pero con lo entumecido que tenía el cuerpo no podía darse el lujo de emplear la fuerza de tal forma y simplemente abrió la puerta apenas lo suficiente para poder pasar al interior del local y volver a cerrar rápidamente. Luego de ello se quitó la máscara y la capucha que hasta cierto punto eran útiles para detener el frío, tras ello se sacudió como un perro allí mismo para quitarse algo de nieve que tenía encima y se dirigió a paso lento a lo que parecía ser el mostrador, con la esperanza de encontrarse al posadero al que solicitaría una habitación y alguna bebida caliente.
Pero mientras el posadero llegaba, la chica se mantenía allí de pie frotándose los brazos con fuerza para aliviar aunque sea un poco el frío. ~Nunca más giraré a la izquierda en ese cruce. ~Pensaba la chica cuya mirada estaba clavada en el mostrador que se encontraba frente a ella.
El lado positivo era que había optado por su vestimenta de invierno a sabiendas que se pasearía por el país de la tormenta, territorio en el que nunca paraba de llover según decían las malas lenguas pero lo que nunca en su vida se planteó fue que se encontraría con nieve, es decir, estaban en plena primavera, se lo hubiese esperado durante el invierno en Amegakure pero resultó estar equivocada completamente.
—¡Ni quien te mande! —Respondió ofendida la mujer a la que solo Ritsuko oía y veía.
Claro, si aquella mujer decía de girar a la izquierda, significaba que la kunoichi pensaba en girar a la izquierda, por lo que si en este caso siguió las indicaciones de su madre significaba que la equivocada en un principio había sido ella y su madre lo único que hizo fue repetir lo que la chica que aún respiraba pensaba realmente. ¿Complicado de entender? No sí tenemos en consideración que aquella mujer que flotaba en el aire en realidad era producto de la imaginación de la más joven, aquella que se mantenía abrazada fuertemente para intentar protegerse mínimamente del frío polar de aquellas tierras.
~¿Todos los de Amegakure se acostumbran a este clima de mierda? ~Se preguntaba sumamente frustrada la chica al notar que su abrigo era prácticamente inútil. Sus labios habían adquirido cierta tonalidad morada por causa del frío y su cuerpo no paraba de tiritar con cada paso que daba haciendo que sus dientes sonasen al chocar entre sí.
Al cabo de una hora tal vez de estar caminando en tal lugar, Ritsuko logró vislumbrar en la lejanía lo que parecía ser un pueblo lo que significaba que hallaría refugio aunque fuese de forma temporal para aquel clima del asco. Aquello era motivo suficiente para hacer que la fémina acelerase ligeramente el paso y digo ligeramente porque era su primera vez andando sobre la nieve y se le hacía sumamente difícil, pero por suerte tardó relativamente poco en llegar al lugar y ver la gente yendo y viniendo seguramente para ir a sus casas o a la posada del pueblo, lugar al que ella se dirigiría y por suerte encontró relativamente rápido.
Abrir la puerta de golpe era una buena opción para la pelirroja, pero a saber cuánta gente habría pensado exactamente lo mismo que ella de entrar y refugiarse del frío así que… La abriría de una patada de hacer falta, las delicadezas no eran lo suyo pero con lo entumecido que tenía el cuerpo no podía darse el lujo de emplear la fuerza de tal forma y simplemente abrió la puerta apenas lo suficiente para poder pasar al interior del local y volver a cerrar rápidamente. Luego de ello se quitó la máscara y la capucha que hasta cierto punto eran útiles para detener el frío, tras ello se sacudió como un perro allí mismo para quitarse algo de nieve que tenía encima y se dirigió a paso lento a lo que parecía ser el mostrador, con la esperanza de encontrarse al posadero al que solicitaría una habitación y alguna bebida caliente.
Pero mientras el posadero llegaba, la chica se mantenía allí de pie frotándose los brazos con fuerza para aliviar aunque sea un poco el frío. ~Nunca más giraré a la izquierda en ese cruce. ~Pensaba la chica cuya mirada estaba clavada en el mostrador que se encontraba frente a ella.