10/02/2017, 22:32
Sin lugar a dudas Yota no iba a contestarle a sus preguntas de buenas a primeras, es más, se hizo el loco de una manera perfecta que a Eri incluso hizo reír, pues razón no le faltaba razón a sus palabras. Pero un maullido de vete tu a saber dónde les interrumpió, acabando con el proyecto de conversación que habían estado manteniendo hasta el momento.
— ¡Que alguien ayude a mi Yoko! ¡¡YOKO-CHAAAAAAAAAAAN!!
«¿Qué estará pasando?»
Eri echó una ojeada rápida al entorno y se encontró con una pequeña de corta edad lanzando gritos de auxilio mientras que lágrimas inocentes como las de una pequeña eran derramadas, sin embargo no pudo analizar más a la infante pues otro maullido la desconcentró, y virando de nuevo su cabeza se encontró con un pobre gato que se encontraba cerca de la muerte al encontrarse en una roca sobresaliente del acantilado cerca del puente.
«¿Cómo ha llegado allí?»
Dispuesta a acudir en su rescate pues nadie querría malgastar una de sus nueve vidas -si las tuviese- cayéndose por un acantilado, la voz de Yota se adelantó:
— Vaya, vaya, a veces el destino es bastante caprichoso. Creo que ha llegado el momento de que nos...
— ¡Eeeeeeeeeri! — Una voz cortó a la profunda voz del de Kusagakure, una voz dulcemente familiar para la pequeña. — ¿Eri? ¿Dónde te has metido? — La voz se hacía cada vez más cercana, hasta que un hombre apareció por el extremo del puente por el que Eri había aparecido minutos antes. — ¡Eri!
— ¡Hermano! — La menor acudió rápidamente hacia su hermano para ocultarse en su pecho, rodeando su cuerpo en un cálido abrazo. — ¡Perdóname! ¡No volveré a irme así! — Exclamó, sabiendo por dónde iban a ir los tiros si no se disculpaba y ponía cara de cachorro herido.
Y funcionó.
— No pasa nada... — Restó importancia el mayor, mientras se rascaba la nuca. — Mejor será que nos vayamos, venga, vamos.
— Es verdad... — Murmuró, alejándose de él. — ¡Adiós Sasagani Yota de Kusagakure, ¡suerte con el rescate del gatito! — Exclamó ahora moviendo su mano izquierda en modo de despedida.
— ¡Gracias por cuidar de Eri en mi ausencia! — Se despidió también su hermano, y ambos abandonaron el lugar.
— ¡Que alguien ayude a mi Yoko! ¡¡YOKO-CHAAAAAAAAAAAN!!
«¿Qué estará pasando?»
Eri echó una ojeada rápida al entorno y se encontró con una pequeña de corta edad lanzando gritos de auxilio mientras que lágrimas inocentes como las de una pequeña eran derramadas, sin embargo no pudo analizar más a la infante pues otro maullido la desconcentró, y virando de nuevo su cabeza se encontró con un pobre gato que se encontraba cerca de la muerte al encontrarse en una roca sobresaliente del acantilado cerca del puente.
«¿Cómo ha llegado allí?»
Dispuesta a acudir en su rescate pues nadie querría malgastar una de sus nueve vidas -si las tuviese- cayéndose por un acantilado, la voz de Yota se adelantó:
— Vaya, vaya, a veces el destino es bastante caprichoso. Creo que ha llegado el momento de que nos...
— ¡Eeeeeeeeeri! — Una voz cortó a la profunda voz del de Kusagakure, una voz dulcemente familiar para la pequeña. — ¿Eri? ¿Dónde te has metido? — La voz se hacía cada vez más cercana, hasta que un hombre apareció por el extremo del puente por el que Eri había aparecido minutos antes. — ¡Eri!
— ¡Hermano! — La menor acudió rápidamente hacia su hermano para ocultarse en su pecho, rodeando su cuerpo en un cálido abrazo. — ¡Perdóname! ¡No volveré a irme así! — Exclamó, sabiendo por dónde iban a ir los tiros si no se disculpaba y ponía cara de cachorro herido.
Y funcionó.
— No pasa nada... — Restó importancia el mayor, mientras se rascaba la nuca. — Mejor será que nos vayamos, venga, vamos.
— Es verdad... — Murmuró, alejándose de él. — ¡Adiós Sasagani Yota de Kusagakure, ¡suerte con el rescate del gatito! — Exclamó ahora moviendo su mano izquierda en modo de despedida.
— ¡Gracias por cuidar de Eri en mi ausencia! — Se despidió también su hermano, y ambos abandonaron el lugar.
![[Imagen: ksQJqx9.png]](https://i.imgur.com/ksQJqx9.png)
