—Verá... Me perdí en el Bosque de Azur hace como tres años. Lo de la amnesia... no es nuevo para mí.
La mujer chasqueó la lengua. Tal y como pensaba. Y sus ojos... Sus ojos eran tranquilos, suplicantes. Tal y como había dicho Tamashi, en algún momento debió de haber un cambio. Y sus sospechas estaban confirmándose.
—Tengo una laguna enorme de lo que pasé allí dentro... Pero aparte de eso, nada.
La kunoichi lo miró inquisitivamente.
—Un día compartí techo con un chico. Poco después de salir del Bosque de Azur... Estaba desorientado y perdido, y el chico me acogió en su... hogar. Un buen chico... Pero tenía una hermana pequeña que no paraba de llorar y llorar... Y yo estaba tan cansado... tenía tantas ganas de dormir... Lo siguiente que recuerdo fue despertándome en el bosque. Creo que... Creo que me harté de no poder dormir y me fui, pero lo cierto es que no lo recuerdo.
La mujer sacudió la cabeza, miró al techo con el ceño fruncido y suspiró. Cerró los ojos y se cruzó de brazos.
—Pues yo creo que te hartaste, algo salió de ti y los mató. A los dos. —Su voz sonó tajante, como sin opción a réplica. Y no le dio tiempo a replicar—. Dime, ¿te duele la cicatriz?
Sacó de un bolsillo un pequeño espejo y lo plantó delante suya. Además de su aspecto demacrado, signo de necesitar una buena comilona, Haskoz pudo ver una linea de carne, muy fea, que le rodeaba todo el cuello. Claro, y el parche. El condenado parche.
—Porque hace dos días te cortaron el cuello, amigo. Te decapitaron. Casi por completo. Y el que te lo hizo podría jurar sobre la tumba de todos sus ancestros que el cuello se te volvió a unir, sólo.
»¿Has visto ese tatuaje que llevas en la nuca? Sé que la pregunta es estúpida, pero, ¿lo has visto? ¿Sabes quién te lo hizo? ¿De dónde ha salido?
La mujer chasqueó la lengua. Tal y como pensaba. Y sus ojos... Sus ojos eran tranquilos, suplicantes. Tal y como había dicho Tamashi, en algún momento debió de haber un cambio. Y sus sospechas estaban confirmándose.
—Tengo una laguna enorme de lo que pasé allí dentro... Pero aparte de eso, nada.
La kunoichi lo miró inquisitivamente.
—Un día compartí techo con un chico. Poco después de salir del Bosque de Azur... Estaba desorientado y perdido, y el chico me acogió en su... hogar. Un buen chico... Pero tenía una hermana pequeña que no paraba de llorar y llorar... Y yo estaba tan cansado... tenía tantas ganas de dormir... Lo siguiente que recuerdo fue despertándome en el bosque. Creo que... Creo que me harté de no poder dormir y me fui, pero lo cierto es que no lo recuerdo.
La mujer sacudió la cabeza, miró al techo con el ceño fruncido y suspiró. Cerró los ojos y se cruzó de brazos.
—Pues yo creo que te hartaste, algo salió de ti y los mató. A los dos. —Su voz sonó tajante, como sin opción a réplica. Y no le dio tiempo a replicar—. Dime, ¿te duele la cicatriz?
Sacó de un bolsillo un pequeño espejo y lo plantó delante suya. Además de su aspecto demacrado, signo de necesitar una buena comilona, Haskoz pudo ver una linea de carne, muy fea, que le rodeaba todo el cuello. Claro, y el parche. El condenado parche.
—Porque hace dos días te cortaron el cuello, amigo. Te decapitaron. Casi por completo. Y el que te lo hizo podría jurar sobre la tumba de todos sus ancestros que el cuello se te volvió a unir, sólo.
»¿Has visto ese tatuaje que llevas en la nuca? Sé que la pregunta es estúpida, pero, ¿lo has visto? ¿Sabes quién te lo hizo? ¿De dónde ha salido?
![[Imagen: MsR3sea.png]](https://i.imgur.com/MsR3sea.png)
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