12/06/2015, 06:32
Ya tenía un buen rato caminando por aquellas bulliciosas calles. Y de tanto en tanto se detenía en algún puesto de periódicos para pedir indicaciones. De a ratos también solía pararse a observar algunos locales, que por cuestiones de ley y edad solo podía inspeccionar desde afuera. Aun así ni se frustraba, ni se desanimaba, pues grande era la determinación que tenia por llegar al cerdo dorado. Ese era el curioso nombre del restaurante del cual había escuchado que podría entretenerle por un rato.
«Me pregunto ¿qué clase de lugar será? —pensó mientras caminaba— A cada paso que doy, esta ciudad parece menos adecuada para un chico como yo. Es decir ¿cuántos distritos rojos he pasado ya? Y por lo que se ve del estilo de este lugar, el sitio al que voy bien podría ser un bar de nudistas para ricachones… No, Mizuki jamás me mandaría a un lugar como ese» —pensó mientras reía un poco para sus adentros.
Bien pudo haber seguido con sus cavilaciones por un largo rato, pero algo, o mejor dicho alguien, planeaba interrumpirle.
De repente y desde la nada escucho un chillido agudo en uno de sus oídos, a pesar de lo aturdido que quedo, pudo identificar que era una voz femenina que decía hola la que le hablo. Sin embargo, al momento de voltearse en la dirección de la que vino el sonido no vio a nadie. Solo cuando por mero instinto de búsqueda giro hacia la dirección opuesta, fue que pudo ver a la posible causante.
Se trataba de una chica, para ser más precisos una jovencita de una altura similar y con un cabello de un color rojo fuerte. De haberse fijado bien, podría haber notado muchos más detalles, pero cuando alguien te toma por sorpresa en la calle, no piensas mucho en esas cosas. Aun mas cuando se es una persona a la cual le alteran los sonidos repentinos que parecen venir de la nada.
—¿Que te sucede y que quiere? —pregunto él con cierta rudeza, mientras mantenía su guardia en alto.
«Me pregunto ¿qué clase de lugar será? —pensó mientras caminaba— A cada paso que doy, esta ciudad parece menos adecuada para un chico como yo. Es decir ¿cuántos distritos rojos he pasado ya? Y por lo que se ve del estilo de este lugar, el sitio al que voy bien podría ser un bar de nudistas para ricachones… No, Mizuki jamás me mandaría a un lugar como ese» —pensó mientras reía un poco para sus adentros.
Bien pudo haber seguido con sus cavilaciones por un largo rato, pero algo, o mejor dicho alguien, planeaba interrumpirle.
De repente y desde la nada escucho un chillido agudo en uno de sus oídos, a pesar de lo aturdido que quedo, pudo identificar que era una voz femenina que decía hola la que le hablo. Sin embargo, al momento de voltearse en la dirección de la que vino el sonido no vio a nadie. Solo cuando por mero instinto de búsqueda giro hacia la dirección opuesta, fue que pudo ver a la posible causante.
Se trataba de una chica, para ser más precisos una jovencita de una altura similar y con un cabello de un color rojo fuerte. De haberse fijado bien, podría haber notado muchos más detalles, pero cuando alguien te toma por sorpresa en la calle, no piensas mucho en esas cosas. Aun mas cuando se es una persona a la cual le alteran los sonidos repentinos que parecen venir de la nada.
—¿Que te sucede y que quiere? —pregunto él con cierta rudeza, mientras mantenía su guardia en alto.