15/02/2017, 06:01
Antes de que Reika pudiera ingresar al elevador que, con su sistema; llevaba hasta el último piso a los visitantes que tuvieran cita previa con la líder de la aldea, algo —o alguien— la detuvo. En seco, una mano que lucía frágil le tomó tan súbito como podía esperarse y le alejó en un jalón de la entrada, y delante suyo las puertas corredizas simplemente se cerraron.
Quien le había cogido le soltó, y aprovechó la desidia para ponerse frente a Reika. Le miró, con cara de pocos amigos, y se bajó los lentes de botella que solía llevar puestos.
—Scht scht scht —se chupó los dientes—. ¿qué crees que haces, jovencita?
La mujer tendría unos sesenta, probablemente. Pero aún y con sus buenos años encima, era de lo más atenta y ágil cuando se trataba de niños curiosos, como la muchacha. Le hizo un gesto con su mano, y le invitó a alejarse más; por si ésta aún pensaba en saltarse las normas y tomar, de cualquier forma, el famoso elevador.
—Nuestra Arashikage-sama se encuentra muy ocupada. No se puede subir al menos que se tenga cita previa, o; sea algo de suma importancia —revisó de pronto su agenda y buscó, y buscó. Pero no encontró nada familiar—. dime: ¿qué haces aquí?
Quien le había cogido le soltó, y aprovechó la desidia para ponerse frente a Reika. Le miró, con cara de pocos amigos, y se bajó los lentes de botella que solía llevar puestos.
—Scht scht scht —se chupó los dientes—. ¿qué crees que haces, jovencita?
La mujer tendría unos sesenta, probablemente. Pero aún y con sus buenos años encima, era de lo más atenta y ágil cuando se trataba de niños curiosos, como la muchacha. Le hizo un gesto con su mano, y le invitó a alejarse más; por si ésta aún pensaba en saltarse las normas y tomar, de cualquier forma, el famoso elevador.
—Nuestra Arashikage-sama se encuentra muy ocupada. No se puede subir al menos que se tenga cita previa, o; sea algo de suma importancia —revisó de pronto su agenda y buscó, y buscó. Pero no encontró nada familiar—. dime: ¿qué haces aquí?