Continuando con su pequeño y escalado progreso, la chica adelantó un pié y se deslizó; la suela de su bota mantenía una ingente cantidad de chakra acumulado, haciendo que ésta no llegase a hundirse en el agua. Avanzó un par de metros quizás, entre tanto alzó la pierna adversa para que no frenase el avance. Segundos después, cuando la inercia del movimiento era casi inapreciable, lanzó la otra pierna y elevó la que anteriormente había servido de apoyo; de nuevo, se deslizó como si estuviese patinando sobre las bravas olas del lago de Amegakure. Ni la tempestad ni la constante lluvia detenían su delicado y sutil desplazamiento, parecía un ángel en mitad del caos provocado por la insistente tormenta.
«Ya se me va dando mejor... la verdad, es más fácil patinar que andar sobre el agua...»
Su mente vagaba casi tan tranquila como su espíritu, bueno, quizás no tanto. Después de todo... ¿un ser inmortal tiene espíritu? Fuere como fuere, nada parecía poder perturbarla en ese instante, era uno con el universo. Agua, lluvia, una ligera brisa, silencio, y la pelirroja. Una simbiosis total y apaciguadora capaz de llenar el alma mas vacía.
Entre deslizamientos, la chica terminó alejándose quizás demasiado de la costa, aunque tampoco llegaba a estar en lo mas profundo del lago. Llevaba apenas unas semanas practicando ésta nueva habilidad, y apenas la conocía desde hacía un par de meses. Por mucho que no pudiese morir, no le agradaba la idea de sentir la asfixia provocada por el ahogamiento. Posiblemente, de entre las muertes que había experimentado ya, podría llevarse la palma. ¿Existe una muerte peor que por ahogo?
De buenas a primeras, la chica realizó un rápido giro sobre sí misma, incluso llegó a apoyar en el agua el talón diestro para que el giro fuese mas brusco. —Si me vieses... seguro que tu sonrisa llegaría de oreja a oreja... —Susurró la chica, a expensas de que su padre pudiese oírle. Lástima que los muertos no pudiesen dar respuesta, aunque por otro lado... podría ser de todo menos agradable. Un zombie dándote las gracias, o sonriendo... en fin...
Inconscientemente, había llevado las manos hacia su corazón. Éste latía con fuerza, latía embravecido en añoranza. Quién iba a decir que la inmortalidad traía consigo mas desgracia que otra cosa.
«Ya se me va dando mejor... la verdad, es más fácil patinar que andar sobre el agua...»
Su mente vagaba casi tan tranquila como su espíritu, bueno, quizás no tanto. Después de todo... ¿un ser inmortal tiene espíritu? Fuere como fuere, nada parecía poder perturbarla en ese instante, era uno con el universo. Agua, lluvia, una ligera brisa, silencio, y la pelirroja. Una simbiosis total y apaciguadora capaz de llenar el alma mas vacía.
Entre deslizamientos, la chica terminó alejándose quizás demasiado de la costa, aunque tampoco llegaba a estar en lo mas profundo del lago. Llevaba apenas unas semanas practicando ésta nueva habilidad, y apenas la conocía desde hacía un par de meses. Por mucho que no pudiese morir, no le agradaba la idea de sentir la asfixia provocada por el ahogamiento. Posiblemente, de entre las muertes que había experimentado ya, podría llevarse la palma. ¿Existe una muerte peor que por ahogo?
De buenas a primeras, la chica realizó un rápido giro sobre sí misma, incluso llegó a apoyar en el agua el talón diestro para que el giro fuese mas brusco. —Si me vieses... seguro que tu sonrisa llegaría de oreja a oreja... —Susurró la chica, a expensas de que su padre pudiese oírle. Lástima que los muertos no pudiesen dar respuesta, aunque por otro lado... podría ser de todo menos agradable. Un zombie dándote las gracias, o sonriendo... en fin...
Inconscientemente, había llevado las manos hacia su corazón. Éste latía con fuerza, latía embravecido en añoranza. Quién iba a decir que la inmortalidad traía consigo mas desgracia que otra cosa.