22/02/2017, 11:58
Sí. Era muy probable que Zetsuo la regañara porque llegaba demasiado tarde a casa. Y más probable aún era que la regañara porque se le había vuelto a olvidar el paraguas y regresaba calada como una trucha. Sin embargo, a Ayame le preocupaba mucho más que se enterara del accidental vandalismo que había ocasionado en la fachada del edificio que ya estaban dejando atrás. Porque si había algo que su padre no toleraba era, precisamente, la falta de disciplina y el desacato de las normas, aunque hubiese sido sin querer.
Siguieron caminando hacia el este de la ciudad, pasando entre montones de ladrillos y de tocones de madera cubiertos por lonas para evitar que la lluvia los estropeara, contenedores de hormigón, llamativos conos rojos para señalar los lugares de las obras y señales de advertencia.
—Lo pregunto porque no te recuerdo. Quiero decir, tal vez no estuvimos en la misma sección o algo, pero, no sé. Quizás estoy desvariando —explicó el shinobi, y Ayame le miró de reojo.
—Yo tampoco te recuerdo a ti. Es probable que fuéramos a clases diferentes, o incluso a cursos diferentes... —respondió, algo más relajada.
—Como sea, será mejor que nos demos prisa, que estamos al filo de la medianoche.
Ayame asintió, y en un acto reflejo miró hacia el cielo. Pronto se arrepintió de hacerlo, pues sus ojos sólo toparon con una absorbente negrura, como el centro de un agujero negro. Ya era tan tarde que ni siquiera se veían las nubes que siempre cubrían la ciudad. Si no fuera por las farolas, que alumbraban las calles a su paso, se habría quedado paralizada de terror.
—¿Hace cuanto te graduaste? —le preguntó a su acompañante, con tal de cambiar de tema.
Siguieron caminando hacia el este de la ciudad, pasando entre montones de ladrillos y de tocones de madera cubiertos por lonas para evitar que la lluvia los estropeara, contenedores de hormigón, llamativos conos rojos para señalar los lugares de las obras y señales de advertencia.
—Lo pregunto porque no te recuerdo. Quiero decir, tal vez no estuvimos en la misma sección o algo, pero, no sé. Quizás estoy desvariando —explicó el shinobi, y Ayame le miró de reojo.
—Yo tampoco te recuerdo a ti. Es probable que fuéramos a clases diferentes, o incluso a cursos diferentes... —respondió, algo más relajada.
—Como sea, será mejor que nos demos prisa, que estamos al filo de la medianoche.
Ayame asintió, y en un acto reflejo miró hacia el cielo. Pronto se arrepintió de hacerlo, pues sus ojos sólo toparon con una absorbente negrura, como el centro de un agujero negro. Ya era tan tarde que ni siquiera se veían las nubes que siempre cubrían la ciudad. Si no fuera por las farolas, que alumbraban las calles a su paso, se habría quedado paralizada de terror.
—¿Hace cuanto te graduaste? —le preguntó a su acompañante, con tal de cambiar de tema.