24/02/2017, 00:15
¿En serio se podía poner a hacer bromas en ese preciso instante? Es decir, irrumpe en la habitación de una completa desconocida, pide asilo y para colmo se toma a broma el asunto. En situaciones normales Ritsuko le habría sacado a patadas desde el primer segundo pero con el frío que hacía el cerebro no le funcionaba como debería.
Pero antes de seguir conversaciones o lo que fuere, la chica prefirió decantarse por cerrar la maldita ventana a ver si la habitación comenzaba a calentarse de una bendita vez, que así no había ninguna diferencia con pasar la noche fuera que allí dentro. O… ¿Será por eso que le dieron habitación sin dudarlo? Y la leche caliente seguramente habría sido para ganar la confianza de la pelirroja.
De cualquier manera, entre los dos luego de una pequeña lucha lograron cerrar la ventana y el de ojos raros decidió clavar unos shurikens haciendo que la kunoichi tuviese un ligero escalofrío por lo que veía. ~Espero que no me cobren por daños a la propiedad. ~Pensó por un instante, pero pronto se olvidaría de ello al escuchar el resto de la conversación.
—A ver… Reiji, ¿te tengo que creer que no estás en posición de andar ligando ni nada después de que me tiras cumplidos como si nada? —Fue lo primero que se le ocurrió preguntar a Ritsuko, retomando la conversación. —Ritsuko, por cierto.
Luego de presentarse lo que esperaría sería algún tipo de respuesta y en realidad le importaba poco y nada que el chico estuviese con máscara. Pero lo cierto es que al verle la cara no pudo evitar que su cara se transformase por el pequeño susto que se había llevado al verle los ojos aunque siendo sincera, no estaba en posición de criticar a nadie considerando la absurda cantidad de válvulas que tenía en su cuerpo incluyendo las dos de la cara, aunque estas últimas pasaban desapercibidas la gran mayoría de las veces.
Aunque con la presentación realmente no tenía mucha idea de a qué se refería, es decir, ¿los hombres tienen que saludar de alguna forma distinta a las mujeres? De todas formas, Ritsuko tomó la mano del contrario tratando de subsanar su reacción previa.
—Con la comida te arreglas solito. —Le diría la kunoichi antes de soltarle y disponerse a tumbarse aunque sea un rato en la cama.
Pero antes de seguir conversaciones o lo que fuere, la chica prefirió decantarse por cerrar la maldita ventana a ver si la habitación comenzaba a calentarse de una bendita vez, que así no había ninguna diferencia con pasar la noche fuera que allí dentro. O… ¿Será por eso que le dieron habitación sin dudarlo? Y la leche caliente seguramente habría sido para ganar la confianza de la pelirroja.
De cualquier manera, entre los dos luego de una pequeña lucha lograron cerrar la ventana y el de ojos raros decidió clavar unos shurikens haciendo que la kunoichi tuviese un ligero escalofrío por lo que veía. ~Espero que no me cobren por daños a la propiedad. ~Pensó por un instante, pero pronto se olvidaría de ello al escuchar el resto de la conversación.
—A ver… Reiji, ¿te tengo que creer que no estás en posición de andar ligando ni nada después de que me tiras cumplidos como si nada? —Fue lo primero que se le ocurrió preguntar a Ritsuko, retomando la conversación. —Ritsuko, por cierto.
Luego de presentarse lo que esperaría sería algún tipo de respuesta y en realidad le importaba poco y nada que el chico estuviese con máscara. Pero lo cierto es que al verle la cara no pudo evitar que su cara se transformase por el pequeño susto que se había llevado al verle los ojos aunque siendo sincera, no estaba en posición de criticar a nadie considerando la absurda cantidad de válvulas que tenía en su cuerpo incluyendo las dos de la cara, aunque estas últimas pasaban desapercibidas la gran mayoría de las veces.
Aunque con la presentación realmente no tenía mucha idea de a qué se refería, es decir, ¿los hombres tienen que saludar de alguna forma distinta a las mujeres? De todas formas, Ritsuko tomó la mano del contrario tratando de subsanar su reacción previa.
—Con la comida te arreglas solito. —Le diría la kunoichi antes de soltarle y disponerse a tumbarse aunque sea un rato en la cama.