27/02/2017, 03:06
Dicen que el arte es el espejo del alma. Si esa afirmación es efectivamente cierta, el alma de Ralexion ya era demasiado madura para su edad en ciertos aspectos. ¿Pero qué es el alma humana si no un despliegue de blancos, negros y matices entre medias?
Era una luminosa mañana en el Bosque de la Hoja. Usando una mentirijilla piadosa -le había dicho a su madre que tenía que realizar un entrenamiento especial- como método para escabullirse lejos de la aldea, el adolescente se había desplazado hasta ese lugar, algo así como su santuario, donde podía hacer lo que quisiera sin que nadie lo interrumpiese. Sorprendentemente, el esfuerzo de ir hasta allí no le molestaba.
Iba vestido con ropas algo más frescas de lo habitual. Solo llevaba un kimono rojo sin adornos y un hakama negro plano bien holgado. Su humor en esos instantes era tan brillante como el mismo sol. De vez en cuando tarareaba una canción.
Se encontraba en el centro del claro, con el vientre en tierra, un cuaderno y una pluma dispuestos frente a él. Ambos utensilios estaban visiblemente desgastados. El joven estaba dibujando algo, o quizás escribiendo, no podía saberse a ciencia cierta a no ser que uno se acercara con la intención de espiarlo.
—Jejejeje... —se río entre dientes sin detener su labor.
Era una luminosa mañana en el Bosque de la Hoja. Usando una mentirijilla piadosa -le había dicho a su madre que tenía que realizar un entrenamiento especial- como método para escabullirse lejos de la aldea, el adolescente se había desplazado hasta ese lugar, algo así como su santuario, donde podía hacer lo que quisiera sin que nadie lo interrumpiese. Sorprendentemente, el esfuerzo de ir hasta allí no le molestaba.
Iba vestido con ropas algo más frescas de lo habitual. Solo llevaba un kimono rojo sin adornos y un hakama negro plano bien holgado. Su humor en esos instantes era tan brillante como el mismo sol. De vez en cuando tarareaba una canción.
Se encontraba en el centro del claro, con el vientre en tierra, un cuaderno y una pluma dispuestos frente a él. Ambos utensilios estaban visiblemente desgastados. El joven estaba dibujando algo, o quizás escribiendo, no podía saberse a ciencia cierta a no ser que uno se acercara con la intención de espiarlo.
—Jejejeje... —se río entre dientes sin detener su labor.