28/02/2017, 03:16
Lejos de sorprenderse por la repentina vuelta de la peliverde, la secretaria casi parecía que lo había dado por sentado de alguna forma. Dio un sorbo a su café antes de responder a la pregunta de la joven con una pequeña apreciación que nadie le había pedido
—Se nota que eres una novicia... nunca has estado por los arrozales del silencio, ¿verdad?
"¿Novicia? Ni que me fuese metido a monja..." la joven se contuvo, sabía que no le convenía pasarse de lista si quería que la mujer colaborara con ella. Por suerte, tras la apreciación vino una explicación bastante detallada de lo que buscaba
—No me hubiesen venido mal esas mismas indicaciones pero en el pergamino de la misión— la joven torció el gesto un tanto disgustada pero solo un instante —De todas formas, le agradezco la ayuda— hizo una leve reverencia y cuando se preparaba para marcharse la señora le regalo otra píldora de información... aunque esta vez algo a destiempo.
—¡Oh! ¡Por cierto! Si quieres ahorrarte la caminata hasta los arrozales, hay ahora mismo una caravana a las puertas de la aldea que parte en diez minutos hacia allá. Si llegas a tiempo, eso que te ahorras.
—¡Diez minutos!— la joven pego un respingo que casi cae de culo —¡Me lo podía haber dicho todo esto antes!— se giro sobre sus talones como un resorte y comenzó a correr como nunca antes lo había hecho, abrió la puerta prácticamente de un empujón —¡Mierda, mierda!— se hizo a la calle como alma que lleva el diablo, de hecho tuvo que esquivar a un señor al que estuvo apunto de arrollar por lo que se gano una reprimenda. Sin embargo, ahora mismo no le importaba ninguno de los improperios que le dedicasen. Tenía que llegar hasta la puerta de la aldea en un tiempo record
"Si me limito a correr por las calles no creo que llegue" se detuvo un instante para ubicarse correctamente "Por aquí" la joven se encaramó con agilidad a un muro que separaba la vía del jardín privado de una casa, del muro saltó a un árbol y de este al tejado. Sin ningún miramiento, avanzó a toda velocidad sobre las tejas. De esa casa salto a otro árbol y de esta a otra casa, de esa ala siguiente que estaba adosada y así una tras otra, saltando pequeñas callejuelas y volviendo caer sobre tejados. Tras unos minutos, la joven saltó desde el tejado de la última casa hasta el suelo de la avenida que desembocaba en la entrada de Kusagakure. Sin apenas tiempo para recuperarse del salto, se recompuso como pudo y siguió corriendo y ahora esquivando a los transeúntes que se interponían entre ella y la caravana que se merchaba
"¡Por favor que llegue a tiempo!" era lo único que pensaba en aquel instante, si perdía la caravana iba a tener que pegarse una caminata épica
Poco a poco fue divisando la entrada a la Aldea, allí pudo ver uno carros que parecían estar listos o casi para partir.
"Vamos, casi lo he conseguido" la joven apretó todo lo que pudo, aunque su límite ya estaba casi sobrepasado "Un último esfuerzo"
—¡Esperad por favor!— gritó la joven casi desfondada —¡Necesito coger esa caravana!— la joven seguía corriendo a toda velocidad, como jamás lo había hecho.. tan sólo esperando que fuese suficiente para no perder el carromato
—Se nota que eres una novicia... nunca has estado por los arrozales del silencio, ¿verdad?
"¿Novicia? Ni que me fuese metido a monja..." la joven se contuvo, sabía que no le convenía pasarse de lista si quería que la mujer colaborara con ella. Por suerte, tras la apreciación vino una explicación bastante detallada de lo que buscaba
—No me hubiesen venido mal esas mismas indicaciones pero en el pergamino de la misión— la joven torció el gesto un tanto disgustada pero solo un instante —De todas formas, le agradezco la ayuda— hizo una leve reverencia y cuando se preparaba para marcharse la señora le regalo otra píldora de información... aunque esta vez algo a destiempo.
—¡Oh! ¡Por cierto! Si quieres ahorrarte la caminata hasta los arrozales, hay ahora mismo una caravana a las puertas de la aldea que parte en diez minutos hacia allá. Si llegas a tiempo, eso que te ahorras.
—¡Diez minutos!— la joven pego un respingo que casi cae de culo —¡Me lo podía haber dicho todo esto antes!— se giro sobre sus talones como un resorte y comenzó a correr como nunca antes lo había hecho, abrió la puerta prácticamente de un empujón —¡Mierda, mierda!— se hizo a la calle como alma que lleva el diablo, de hecho tuvo que esquivar a un señor al que estuvo apunto de arrollar por lo que se gano una reprimenda. Sin embargo, ahora mismo no le importaba ninguno de los improperios que le dedicasen. Tenía que llegar hasta la puerta de la aldea en un tiempo record
"Si me limito a correr por las calles no creo que llegue" se detuvo un instante para ubicarse correctamente "Por aquí" la joven se encaramó con agilidad a un muro que separaba la vía del jardín privado de una casa, del muro saltó a un árbol y de este al tejado. Sin ningún miramiento, avanzó a toda velocidad sobre las tejas. De esa casa salto a otro árbol y de esta a otra casa, de esa ala siguiente que estaba adosada y así una tras otra, saltando pequeñas callejuelas y volviendo caer sobre tejados. Tras unos minutos, la joven saltó desde el tejado de la última casa hasta el suelo de la avenida que desembocaba en la entrada de Kusagakure. Sin apenas tiempo para recuperarse del salto, se recompuso como pudo y siguió corriendo y ahora esquivando a los transeúntes que se interponían entre ella y la caravana que se merchaba
"¡Por favor que llegue a tiempo!" era lo único que pensaba en aquel instante, si perdía la caravana iba a tener que pegarse una caminata épica
Poco a poco fue divisando la entrada a la Aldea, allí pudo ver uno carros que parecían estar listos o casi para partir.
"Vamos, casi lo he conseguido" la joven apretó todo lo que pudo, aunque su límite ya estaba casi sobrepasado "Un último esfuerzo"
—¡Esperad por favor!— gritó la joven casi desfondada —¡Necesito coger esa caravana!— la joven seguía corriendo a toda velocidad, como jamás lo había hecho.. tan sólo esperando que fuese suficiente para no perder el carromato