28/02/2017, 23:15
El desconocido dio un respingo y dejó caer lo que tenía entre manos. El cuaderno de dibujo dio una pirueta en el aire y aterrizó frente a Daruu, revelando su obsceno contenido. Con los ojos desorbitados, observó a la mujer desnuda, que tenía unas proporciones que sólo gritaban "dolor de espalda". A ella no le parecían importar sus proporciones, desde luego.
El pelirrojo dio una voltereta y le propinó un guantazo a la libreta, agarrándosela con fuerza, meneándola metiéndola —la libreta— en el kimono con una presteza digna de un ninja. Quedó frente a él, puro rojo en las mejillas, casi tanto como en su pelo.
—¡B-buenos días...! —balbuceó. Levantó la mirada. Ahora que lo veía más de cerca, resultó que sí era un ninja, y no sólo un dibujante de porno cutre. Tenía la bandana de su aldea, Uzushiogakure, atada firmemente alrededor de la cabeza. Sus ojos, de color avellana, reflejaban sorpresa—. ¡Tus ojos! ¿Qué te ha pasado?
No era la primera vez que a Daruu le decían aquello. La gente que no conocía a los Hyuuga solía malinterpretar los iris sin pupila de los miembros del clan por los ojos de un ciego.
—Son igual que los tuyos, pero de color blanco. Veo perfectamente, no me pasa nada —dijo, quitándole importancia, y dejó escapar una pequeña risilla—. Esas tetas estaban a la altura de la clavícula, macho. Mejora la anatomía.
De pronto, hubo algo en sus ojos que le llamó profundamente la atención, pero no sabía el qué. Entrecerró los suyos y buscó en su interior el recuerdo que no lograba encontrar.
Era como si...
—Oye... —dijo, muy serio—. Tú y yo... ¿nos conocemos de algo?
El pelirrojo dio una voltereta y le propinó un guantazo a la libreta, agarrándosela con fuerza, meneándola metiéndola —la libreta— en el kimono con una presteza digna de un ninja. Quedó frente a él, puro rojo en las mejillas, casi tanto como en su pelo.
—¡B-buenos días...! —balbuceó. Levantó la mirada. Ahora que lo veía más de cerca, resultó que sí era un ninja, y no sólo un dibujante de porno cutre. Tenía la bandana de su aldea, Uzushiogakure, atada firmemente alrededor de la cabeza. Sus ojos, de color avellana, reflejaban sorpresa—. ¡Tus ojos! ¿Qué te ha pasado?
No era la primera vez que a Daruu le decían aquello. La gente que no conocía a los Hyuuga solía malinterpretar los iris sin pupila de los miembros del clan por los ojos de un ciego.
—Son igual que los tuyos, pero de color blanco. Veo perfectamente, no me pasa nada —dijo, quitándole importancia, y dejó escapar una pequeña risilla—. Esas tetas estaban a la altura de la clavícula, macho. Mejora la anatomía.
De pronto, hubo algo en sus ojos que le llamó profundamente la atención, pero no sabía el qué. Entrecerró los suyos y buscó en su interior el recuerdo que no lograba encontrar.
Era como si...
—Oye... —dijo, muy serio—. Tú y yo... ¿nos conocemos de algo?