1/03/2017, 00:03
(Última modificación: 1/03/2017, 00:03 por Amedama Daruu.)
—¿Conocerte? No sé, eh, creo que me acordaría de alguien con unos ojos tan raros —dijo, casi de forma borde. Daruu lo dejó pasar de pura casualidad.
—¿No te suena el nombre de Daruu, de verdad? Yo... te conozco. Tu nombre... ¿Cómo te llamas? ¿Empieza por erre, verdad? ¿Rareku... Rareshi? —balbuceó, sorprendiéndose a sí mismo.
«¿Qué demonios?»
Era como si Daruu hubiese conocido a aquél chaval de toda la vida, pero como si a la vez no lo hubiera visto en toda su existencia.
—¿No estuvimos una vez en una cantina? —se sorprendió de nuevo diciendo—. Fingiste pagarle al tabernero y le hiciste un genjuts... Espera... ¿Lo he soñado?
«Claro, debe de ser eso, un sueño, ¡seré idiota!»
Apartó la mirada y chasqueó la lengua, avergonzado.
—Igual no dibujo eso como tú, pero seguro que puedo hacerlo con arcilla, o algo así —dijo—. No tiene que ser muy diferente de amasar una masa y darle forma a un pastel. Simplemente se queda dura cuando la metes al horno.
—¿No te suena el nombre de Daruu, de verdad? Yo... te conozco. Tu nombre... ¿Cómo te llamas? ¿Empieza por erre, verdad? ¿Rareku... Rareshi? —balbuceó, sorprendiéndose a sí mismo.
«¿Qué demonios?»
Era como si Daruu hubiese conocido a aquél chaval de toda la vida, pero como si a la vez no lo hubiera visto en toda su existencia.
—¿No estuvimos una vez en una cantina? —se sorprendió de nuevo diciendo—. Fingiste pagarle al tabernero y le hiciste un genjuts... Espera... ¿Lo he soñado?
«Claro, debe de ser eso, un sueño, ¡seré idiota!»
Apartó la mirada y chasqueó la lengua, avergonzado.
—Igual no dibujo eso como tú, pero seguro que puedo hacerlo con arcilla, o algo así —dijo—. No tiene que ser muy diferente de amasar una masa y darle forma a un pastel. Simplemente se queda dura cuando la metes al horno.