Kagetsuna estaba muy, pero muuuy agradecido con el hecho de que Ayame hubiese bajado la velocidad. No es que fuera un flojo, pero odiaba tener que hacer carreras. Tuvo la suerte de que Ayame le advirtiera de las latas, que en su distracción bien pudo haber tropezado y resbalado. Imitó el movimiento de precaución de Ayame. Ahora sí que podía escuchar las voces de las que le había hablado.
—Hablando de vándalos...— Masculló al el vallado pintarrajeado.
Ayame sugirió ayudarles, no muy convencida. Kagetsuna estaba en el mismo dilema. Observando las pintas que tenía aquella pandilla, pudiese ser que la oferta no fuese muy bien recibida. En condiciones normales, su reacción inicial sería la de intentar llevar a aquellos delincuentes juveniles ante la justicia. Pero estando necesitados como estaban, le costaba decidirse.
—Esos tipos no tienen planta de ser muy amigables. Podemos intentarlo, pero recomendaría no bajar la guardia.— Sugirió, mientras se quedaba pensativo.
Se quitó la bandana del brazo, para intentar esconderla dentro del bolsillo de su chaqueta, aunque quedó un poco abultado. Creía que si evitaba que viesen su símbolo de autoridad, las probabilidades de que se portaran agresivos serían menores.
—Si quieres vamos juntos a ver.— Le ofreció —Pero, no sabemos cuanto nos vamos a tardar. ¿No te importa llegar aún más tarde?— Quería cerciorarse.
Los muchachos seguían forcejeando inútilmente, sin percatarse de la presencia de ellos.
—Hablando de vándalos...— Masculló al el vallado pintarrajeado.
Ayame sugirió ayudarles, no muy convencida. Kagetsuna estaba en el mismo dilema. Observando las pintas que tenía aquella pandilla, pudiese ser que la oferta no fuese muy bien recibida. En condiciones normales, su reacción inicial sería la de intentar llevar a aquellos delincuentes juveniles ante la justicia. Pero estando necesitados como estaban, le costaba decidirse.
—Esos tipos no tienen planta de ser muy amigables. Podemos intentarlo, pero recomendaría no bajar la guardia.— Sugirió, mientras se quedaba pensativo.
Se quitó la bandana del brazo, para intentar esconderla dentro del bolsillo de su chaqueta, aunque quedó un poco abultado. Creía que si evitaba que viesen su símbolo de autoridad, las probabilidades de que se portaran agresivos serían menores.
—Si quieres vamos juntos a ver.— Le ofreció —Pero, no sabemos cuanto nos vamos a tardar. ¿No te importa llegar aún más tarde?— Quería cerciorarse.
Los muchachos seguían forcejeando inútilmente, sin percatarse de la presencia de ellos.