2/03/2017, 21:16
Para la chica ver las maneras de preparar el bocadillo ya fueron mas que incentivas para dejarlo en el acto, pero por desgracia la mujer no atendió a palabras cuando la pequeña se quejó a lo lejos. Tras llevarle el susodicho, y anunció el precio del bocadillo mas el adherido del baño, la pequeña tuvo verdadero aguante para no explotar. Evidentemente, la chica se negó a llevarse el bocadillo, aunque aceptó pagar a desgana el uso del baño. Tras soltar las monedas sobre la barra, la mujer observó los metales, y volvió a mirar a la pequeña. Quizás en su poco expresivo rostro se dibujaba un pequeño signo de enfado, aunque era difícil de diferenciar entre tanto desdén y pesadez.
—Po vale, perdone usté su majestá por no habe´le puesto la arfonbra roa...
En ésta ocasión, en su desganado tono quizás pudo diferenciarse un tanto de rimbombancia. Tras ello, la mujer no dejó allí el bocadillo fielmente cubierto. Abrió la bolsa delante de la joven, tomó el bocadillo, y le pegó un avaro bocado. Ciertamente, hasta quizás se estaba alegrando de que la chica rechazase el bocadillo... eso que se ahorraba para hacerse algo de cenar. Al menos por unas horas, después obviamente se haría algo mas, pues cuidar ese rechoncho y amorfo cuerpo de seguro no era barato.
Fuera, el conductor de su carreta alimentaba a los caballos de la misma. Tenía un total de 4 cuencos, que había distribuido con algo de pienso y trozos de zanahoria. En el asiento delantero de la diligencia, había una bolsa de plástico realmente parecida a la que la mesera había mostrado para envolver el bocadillo que bien había ofertado.
En la parte interior del telar, la mujer parecía no haberse movido ni tan siquiera para ir a evacuar, o a comer. ¿Estaría muerta? No, ni mucho menos. Al entrar la chica, su gesto inicial se repetiría; girando un poco la cabeza para ver a la pequeña entrar. Nuevamente, ni soltó una palabra ni tardó en girar de nuevo para retomar su compostura inmóvil. En silencio y penumbra, casi parecía una estatua. Un pequeño sonido metálico muy leve se le escapó al girar el rostro en ésta ocasión, aunque rápidamente lo detuvo llevándose las manos hacia las orejas. Tras ello, si que volvió a su rutina.
La caravana no saldría hasta que el hombre que había en el interior del antro terminase de cenar, o de beber. Pasarían al menos 15 minutos para cuando eso sucediese, y cuando sucedió, todos los conductores guardaron los cuencos de alimentar a los caballos, y se pondrían en marcha.
—Po vale, perdone usté su majestá por no habe´le puesto la arfonbra roa...
En ésta ocasión, en su desganado tono quizás pudo diferenciarse un tanto de rimbombancia. Tras ello, la mujer no dejó allí el bocadillo fielmente cubierto. Abrió la bolsa delante de la joven, tomó el bocadillo, y le pegó un avaro bocado. Ciertamente, hasta quizás se estaba alegrando de que la chica rechazase el bocadillo... eso que se ahorraba para hacerse algo de cenar. Al menos por unas horas, después obviamente se haría algo mas, pues cuidar ese rechoncho y amorfo cuerpo de seguro no era barato.
Fuera, el conductor de su carreta alimentaba a los caballos de la misma. Tenía un total de 4 cuencos, que había distribuido con algo de pienso y trozos de zanahoria. En el asiento delantero de la diligencia, había una bolsa de plástico realmente parecida a la que la mesera había mostrado para envolver el bocadillo que bien había ofertado.
En la parte interior del telar, la mujer parecía no haberse movido ni tan siquiera para ir a evacuar, o a comer. ¿Estaría muerta? No, ni mucho menos. Al entrar la chica, su gesto inicial se repetiría; girando un poco la cabeza para ver a la pequeña entrar. Nuevamente, ni soltó una palabra ni tardó en girar de nuevo para retomar su compostura inmóvil. En silencio y penumbra, casi parecía una estatua. Un pequeño sonido metálico muy leve se le escapó al girar el rostro en ésta ocasión, aunque rápidamente lo detuvo llevándose las manos hacia las orejas. Tras ello, si que volvió a su rutina.
La caravana no saldría hasta que el hombre que había en el interior del antro terminase de cenar, o de beber. Pasarían al menos 15 minutos para cuando eso sucediese, y cuando sucedió, todos los conductores guardaron los cuencos de alimentar a los caballos, y se pondrían en marcha.