3/03/2017, 00:54
Él tardó algunos segundos en responder. Parecía tan o más indeciso que ella misma.
—Esos tipos no tienen planta de ser muy amigables. Podemos intentarlo, pero recomendaría no bajar la guardia.
Ayame asintió en silencio. En realidad, desde que habían decidido seguir la dirección de las voces habían sentenciado el resto de su proceder. Porque no podían dejar a una persona malherida y atrapada entre escombros en mitad de la noche así como así. Por muy malas pintas que tuvieran los chicos, ¿cómo podrían hacerse llamar ninjas si lo hicieran? ¿Cómo podrían, siquiera, llamarse personas?
Su acompañante se quitó la bandana del brazo y la escondió en el bolsillo de su chaqueta. Se notaba ligeramente el abultamiento, pero a Ayame le mosqueaba algo más.
—Si quieres vamos juntos a ver.—Se ofreció—. Pero, no sabemos cuanto nos vamos a tardar. ¿No te importa llegar aún más tarde?
Ayame negó con la cabeza.
—Mi padre no se enfadará porque llegue tarde por haber ayudado a alguien. O eso creo, al menos —añadió, con una sonrisa nerviosa. Entonces señaló hacia su pierna y hacia su cadera—. No entiendo muy bien por qué te has quitado la bandana, pero ese portaobjetos y esa espada siguen llamando bastante la atención... Aunque de todas maneras no creo que sea importante.
Cerca de ellos, los angustiados jóvenes seguían luchando contra los pilones de madera para tratar de rescatar a su amigo.
—Tenemos que darnos prisa... —le dijo a su acompañante, antes de salir de su escondite. Titubeante, aún se quedó a varios metros de distancia. Por si acaso—. ¿Necesitáis ayuda? —alzó la voz, tratando de hacerse oír.
—Esos tipos no tienen planta de ser muy amigables. Podemos intentarlo, pero recomendaría no bajar la guardia.
Ayame asintió en silencio. En realidad, desde que habían decidido seguir la dirección de las voces habían sentenciado el resto de su proceder. Porque no podían dejar a una persona malherida y atrapada entre escombros en mitad de la noche así como así. Por muy malas pintas que tuvieran los chicos, ¿cómo podrían hacerse llamar ninjas si lo hicieran? ¿Cómo podrían, siquiera, llamarse personas?
Su acompañante se quitó la bandana del brazo y la escondió en el bolsillo de su chaqueta. Se notaba ligeramente el abultamiento, pero a Ayame le mosqueaba algo más.
—Si quieres vamos juntos a ver.—Se ofreció—. Pero, no sabemos cuanto nos vamos a tardar. ¿No te importa llegar aún más tarde?
Ayame negó con la cabeza.
—Mi padre no se enfadará porque llegue tarde por haber ayudado a alguien. O eso creo, al menos —añadió, con una sonrisa nerviosa. Entonces señaló hacia su pierna y hacia su cadera—. No entiendo muy bien por qué te has quitado la bandana, pero ese portaobjetos y esa espada siguen llamando bastante la atención... Aunque de todas maneras no creo que sea importante.
Cerca de ellos, los angustiados jóvenes seguían luchando contra los pilones de madera para tratar de rescatar a su amigo.
—Tenemos que darnos prisa... —le dijo a su acompañante, antes de salir de su escondite. Titubeante, aún se quedó a varios metros de distancia. Por si acaso—. ¿Necesitáis ayuda? —alzó la voz, tratando de hacerse oír.