5/03/2017, 21:50
Para ser la primera experiencia fuera de la aldea, sin duda ésta dejaría mella en su ser de por vida, al menos por lo vivido hasta el momento. Sin duda, la próxima vez que viese ese comercio ni tan siquiera se dignaría a parar en él. Pero en fin, la jornada parecía terminar, casi como había empezado; estaba bajo la penumbra del telar acompañada por una mujer que no soltaba palabra alguna, y a la que aún ni había visto el rostro. La chica tomó las cajas como pudo para usarlas de cama, y tras un breve rato buscando la posición, terminó por quedarse absoluta y profundamente dormida.
Con los primeros rayos de sol atravesando el telar por algunos huecos, el día daría anuncio. Un par de baches descarados y la chica se desvelaría, sin duda alguna. El camino continuaba pedregoso, y la diligencia saltaba como si se tratase de una atracción de feria mal regulada. Los primeros saltos no habían sido mas que un anticipo, puesto que tras éstos una serie de saltos comenzaron a hacerse mas que bochornosos.
Fuera, una especie de selva iba quedando poco a poco atrás, o quizás tan solo era el inicio. Solo se podían ver árboles y mas árboles, así como un pequeño y fino "camino" que estaban recorriendo. Al fondo de la caravana, la mujer seguía con las mismas, casi como una estatua; pese a que los saltos eran constantes. Nada parecía haber cambiado, salvo la distancia que restaba hacia su destino.
Un rugido terrible se hizo audible, síntoma de un día entero sin ingerir nada de comida. Si, evidentemente era cosa del estómago de la kunoichi. A ésto, la mujer torció de nuevo el rostro hacía la chica, y nuevamente no soltó prenda. Con parsimonia volvió a su anterior posición, girando tan solo el rostro.
Con los primeros rayos de sol atravesando el telar por algunos huecos, el día daría anuncio. Un par de baches descarados y la chica se desvelaría, sin duda alguna. El camino continuaba pedregoso, y la diligencia saltaba como si se tratase de una atracción de feria mal regulada. Los primeros saltos no habían sido mas que un anticipo, puesto que tras éstos una serie de saltos comenzaron a hacerse mas que bochornosos.
Fuera, una especie de selva iba quedando poco a poco atrás, o quizás tan solo era el inicio. Solo se podían ver árboles y mas árboles, así como un pequeño y fino "camino" que estaban recorriendo. Al fondo de la caravana, la mujer seguía con las mismas, casi como una estatua; pese a que los saltos eran constantes. Nada parecía haber cambiado, salvo la distancia que restaba hacia su destino.
Un rugido terrible se hizo audible, síntoma de un día entero sin ingerir nada de comida. Si, evidentemente era cosa del estómago de la kunoichi. A ésto, la mujer torció de nuevo el rostro hacía la chica, y nuevamente no soltó prenda. Con parsimonia volvió a su anterior posición, girando tan solo el rostro.