14/06/2015, 15:00
Ataviada con su sombrero de paja y su vieja capa negra para la lluvia, Tomoe seguía el camino que la llevaría hasta el Valle del Fin. Esta vez, a diferencia de otras, los motivos para andar fuera de la Aldea eran meramente oficiales. A la pequeña Uchiha, le había tocado hacer de mensajera, cosa que no le había hecho mucha gracia pero no le quedó más remedio que cumplir las órdenes. Lo que no ayudaba a mejorar su agrio carácter.
"No me puedo creer que con la cantidad de inútiles que hay en la aldea me tenga que tocar a mí hacer de mensajera..." se lamentaba la pelinegra mientras atravesaba aquel sinuoso sendero entre multitud de árboles y una insesante lluvia "Será mejor que me de prisa, cuanto antes acabe con esta mierda, antes podré dedicarme a algo útil"
Tomoe giró en uno de los múltiples recodos del camino, la chica reconoció al instante el lugar pues la dejaba paralela al río que discurría desde el lago.
"Al menos ya estoy cerca" pensó tras retirar la mirada de la corriente y devolverla al camino. Frente a ella, ha algo más de diez metros, una figura parecía acercarse en la dirección opuesta. Tomoe continuó caminando sin prestarle más atención, no le importa mucho ni quién era ni que hacía por allí. Aquella zona, aunque bajo dominio de la Lluvia, solía ser muy frecuenta da por viajeros y turistas. Así que no debía de preocuparse. La chica seguría caminando sin ni siquiera volver a parar la mirada en el viajero
"No me puedo creer que con la cantidad de inútiles que hay en la aldea me tenga que tocar a mí hacer de mensajera..." se lamentaba la pelinegra mientras atravesaba aquel sinuoso sendero entre multitud de árboles y una insesante lluvia "Será mejor que me de prisa, cuanto antes acabe con esta mierda, antes podré dedicarme a algo útil"
Tomoe giró en uno de los múltiples recodos del camino, la chica reconoció al instante el lugar pues la dejaba paralela al río que discurría desde el lago.
"Al menos ya estoy cerca" pensó tras retirar la mirada de la corriente y devolverla al camino. Frente a ella, ha algo más de diez metros, una figura parecía acercarse en la dirección opuesta. Tomoe continuó caminando sin prestarle más atención, no le importa mucho ni quién era ni que hacía por allí. Aquella zona, aunque bajo dominio de la Lluvia, solía ser muy frecuenta da por viajeros y turistas. Así que no debía de preocuparse. La chica seguría caminando sin ni siquiera volver a parar la mirada en el viajero