5/03/2017, 23:53
El grupo se volvió hacia ella al unísono. Por la expresión de sus rostros, parecían estar terriblemente nerviosos y asustados. Como si los hubiesen pillado haciendo algo que no debían estar haciendo. Ayame frenó sus pasos y no pudo evitar retroceder, intimidada ante la mirada amenazante del chico de los cabellos rubios y oscuros.
—¡¿Qu-quien putas son ustedes?! —les espetó, señalándolos con el dedo índice.
En un gesto conciliador, Ayame alzó las manos, mostrando las palmas de las manos para que viera que no constituía ninguna amenaza.
—Tranquilo. Yo soy Aotsuki Ayame, y él es... —comenzó con las presentaciones, pero se interrumpió al darse cuenta de que no conocía el nombre del chico que la acompañaba.
«Menudos modales los míos...» Se lamentó, pero enseguida tuvo que abandonar aquellos pensamientos, porque el muchacho volvió a plantarles cara.
—Ustedes mejor se me van a ver si ya puso la marrana. Hagan que no han visto nada, ¿me captaron va?
«¿"Se me van a ver si ya puso la marrana"? ¿Pero qué ha querido decir con eso?» Se preguntaba Ayame, confundida, al tiempo que torcía el gesto. Fuera lo que fuese, lo que sí quedaba claro era que no era un ofrecimiento precisamente amable...
—Hemos escuchado el jaleo a lo lejos y hemos venido a ayudar a vuestro compañero —se explicó—. Si nos lo permitís podemos echaros una mano a sacarle de ahí antes de que empeore su situación...
—¡¿Qu-quien putas son ustedes?! —les espetó, señalándolos con el dedo índice.
En un gesto conciliador, Ayame alzó las manos, mostrando las palmas de las manos para que viera que no constituía ninguna amenaza.
—Tranquilo. Yo soy Aotsuki Ayame, y él es... —comenzó con las presentaciones, pero se interrumpió al darse cuenta de que no conocía el nombre del chico que la acompañaba.
«Menudos modales los míos...» Se lamentó, pero enseguida tuvo que abandonar aquellos pensamientos, porque el muchacho volvió a plantarles cara.
—Ustedes mejor se me van a ver si ya puso la marrana. Hagan que no han visto nada, ¿me captaron va?
«¿"Se me van a ver si ya puso la marrana"? ¿Pero qué ha querido decir con eso?» Se preguntaba Ayame, confundida, al tiempo que torcía el gesto. Fuera lo que fuese, lo que sí quedaba claro era que no era un ofrecimiento precisamente amable...
—Hemos escuchado el jaleo a lo lejos y hemos venido a ayudar a vuestro compañero —se explicó—. Si nos lo permitís podemos echaros una mano a sacarle de ahí antes de que empeore su situación...