7/03/2017, 00:44
Ralexion le dedicó una sonrisa desafiante al regordete.
—Ya veremos si opinas lo mismo cuando ese "kusajin" te salve la vida alguna vez.
El peso del paquete que llevaba abrazado contra su pecho con el brazo derecho le recordó el motivo por el que había ido hasta allí. Debía darse prisa y entregarlo en nombre de Diamondog. Después de todo, algo le decía que no quería incurrir el desfavor del peculiar jōnin. No podía permitirse el entretenerse más con esa riña entre niños.
—Mirad, chavales, tengo algo que hacer y debo darme prisa, entrenad vuestro respeto por los demás, ¿vale? —se despidió y echó a correr hacia el otro extremo del callejón, la salida que había buscado desde un principio.
—Ya veremos si opinas lo mismo cuando ese "kusajin" te salve la vida alguna vez.
El peso del paquete que llevaba abrazado contra su pecho con el brazo derecho le recordó el motivo por el que había ido hasta allí. Debía darse prisa y entregarlo en nombre de Diamondog. Después de todo, algo le decía que no quería incurrir el desfavor del peculiar jōnin. No podía permitirse el entretenerse más con esa riña entre niños.
—Mirad, chavales, tengo algo que hacer y debo darme prisa, entrenad vuestro respeto por los demás, ¿vale? —se despidió y echó a correr hacia el otro extremo del callejón, la salida que había buscado desde un principio.