10/03/2017, 22:41
Tratando de mantener bajo control su desesperación, el genin buscó con avidez entre la multitud. Debía dar con ese maldito ladrón le costara lo que le costara. Se abrió paso entre la multitud, enarbolando una expresión de descontento bien clara. No quería pensar en las posibles consecuencias en caso de que fallara en su propósito de recuperar el paquete.
Pareció vislumbrar la bufanda de ese maldito rubiales, lo cual le llenó de alivio, mas no lo exteriorizó. Con paso seguro se acercó a la espalda del susodicho, hasta pegarse a él y darle un par de toques en el hombro derecho con una mano libre, todavía sosteniendo el jarrón.
—Oye, creo que esto es tuyo —afirmó, refiriéndose a lo que portaba consigo, fingiendo una sonrisa.
Pareció vislumbrar la bufanda de ese maldito rubiales, lo cual le llenó de alivio, mas no lo exteriorizó. Con paso seguro se acercó a la espalda del susodicho, hasta pegarse a él y darle un par de toques en el hombro derecho con una mano libre, todavía sosteniendo el jarrón.
—Oye, creo que esto es tuyo —afirmó, refiriéndose a lo que portaba consigo, fingiendo una sonrisa.