11/03/2017, 12:10
El muchacho rubio dió un brinco, evidentemente sobresaltado, ante la aparición de Ralexion. Sus ojos azules pasaron rápidamente del rostro del gennin pelirrojo al jarrón que le ofrecía, y luego al propio paquete que llevaba bajo el brazo. Empezó a ponerse pálido, y sus manos temblaron delatoriamente. Con la zurda se ciñó la bufanda para darle otra vuelta más, como si de repente le hubiese entrado un frío glacial a pesar de que a aquellas horas del día el Sol podía rajar las piedras.
—No.. No sé de qué me hablas...
No había caso en disimular, y el chico pareció darse cuenta. Con un gesto rápido se metió la mano en el bolsillo y luego arrojó contra el suelo un pequeño objeto esférico de color negro. Una nube de humo muy oscura y asfixiante cubrió el lugar y pronto el caos se adueñó de la calle. Los lugareños, alarmados, empezaron a correr de un lado para otro entre toses y chillidos. Alguien se tropezó con Ralexion, tirándolo al suelo, y luego otra persona le pasó por encima, dejándole dos pisotones en la espalda como regalo. Doloroso, pero nada incapacitorio.
Mientras, el rubito empezaría su huida calle abajo, corriendo de una forma un tanto cómica, mientras de vez en cuando echaba la vista atrás para comprobar que Ralexion no le estuviese siguiendo. Con el bullicio y caos general, le iba a ser difícil al gennin pelirrojo recortar la distancia que aquel ladronzuelo le había ganado.
—No.. No sé de qué me hablas...
No había caso en disimular, y el chico pareció darse cuenta. Con un gesto rápido se metió la mano en el bolsillo y luego arrojó contra el suelo un pequeño objeto esférico de color negro. Una nube de humo muy oscura y asfixiante cubrió el lugar y pronto el caos se adueñó de la calle. Los lugareños, alarmados, empezaron a correr de un lado para otro entre toses y chillidos. Alguien se tropezó con Ralexion, tirándolo al suelo, y luego otra persona le pasó por encima, dejándole dos pisotones en la espalda como regalo. Doloroso, pero nada incapacitorio.
Mientras, el rubito empezaría su huida calle abajo, corriendo de una forma un tanto cómica, mientras de vez en cuando echaba la vista atrás para comprobar que Ralexion no le estuviese siguiendo. Con el bullicio y caos general, le iba a ser difícil al gennin pelirrojo recortar la distancia que aquel ladronzuelo le había ganado.