14/03/2017, 00:30
La puerta se abrió poco después de que Reika anunciara su llegada. Del interior se dejo ver un hombre crecido, fornido y con barba de tres días. Se le veía cansado, con marcadas ojeras y el cabello bastante despeinado: era previsible que probablemente habría tenido una, o varias malas noches durante lo que iba de semana.
Se retiró los anteojos y observó por unos segundos a la pequeña, a la que le sonrió con la humildad que le caracterizaba.
—Vaya, qué bueno que estas aquí... ven; acompáñame rápido, debo partir pronto.
Miramoto se adentró a los confines de su hogar, un apartamento lo bastante bien amoblado como para pensar que ganaba lo suficiente como para darse semejantes lujos. Eran adornos de época, cuadros y muebles de madera vieja y bien conservada que probablemente valdrían pequeñas fortunas.
Él tomó asiento en la sala de estar, y le ofreció lo mismo a Reika.
—Como creo que te han informado ya acerca de por qué requiero vuestro servicio, no te haré perder el tiempo e iré directo al grano. Mi nombre es Kaeru, y necesito que supervises a mi hija Inaru por lo que queda del día. No sé si pueda llegar antes de las doce de la noche, aunque intentaré desocuparme lo antes que pueda, ¿está bien?
Mientras él esperaba respuesta, detrás de él se dejaron escuchar unos pasos casi imperceptibles, de los pequeños pies de Inaru. Penosa, se acercó hasta la seguridad de los brazos de su padre y miró inocente a la kunoichi que ahora tenía en frente, delatando su edad. Tendría aproximadamente unos 6 años, o por ahí; tenía el cabello amarillo y lo llevaba atado en dos coletas.
—Mi vida, ella te será tu niñera por el día de hoy. ¿Qué dices, estás emocionada de tener una nueva amiga?
Se retiró los anteojos y observó por unos segundos a la pequeña, a la que le sonrió con la humildad que le caracterizaba.
—Vaya, qué bueno que estas aquí... ven; acompáñame rápido, debo partir pronto.
Miramoto se adentró a los confines de su hogar, un apartamento lo bastante bien amoblado como para pensar que ganaba lo suficiente como para darse semejantes lujos. Eran adornos de época, cuadros y muebles de madera vieja y bien conservada que probablemente valdrían pequeñas fortunas.
Él tomó asiento en la sala de estar, y le ofreció lo mismo a Reika.
—Como creo que te han informado ya acerca de por qué requiero vuestro servicio, no te haré perder el tiempo e iré directo al grano. Mi nombre es Kaeru, y necesito que supervises a mi hija Inaru por lo que queda del día. No sé si pueda llegar antes de las doce de la noche, aunque intentaré desocuparme lo antes que pueda, ¿está bien?
Mientras él esperaba respuesta, detrás de él se dejaron escuchar unos pasos casi imperceptibles, de los pequeños pies de Inaru. Penosa, se acercó hasta la seguridad de los brazos de su padre y miró inocente a la kunoichi que ahora tenía en frente, delatando su edad. Tendría aproximadamente unos 6 años, o por ahí; tenía el cabello amarillo y lo llevaba atado en dos coletas.
—Mi vida, ella te será tu niñera por el día de hoy. ¿Qué dices, estás emocionada de tener una nueva amiga?