16/03/2017, 20:20
(Última modificación: 16/03/2017, 20:20 por Uchiha Akame.)
El muchacho rubio gimoteó lastimosamente un poco más cuando Ralexion se puso en pie, soltando por fin la presa asfixiante que había mantenido sobre él. La cara de aquel chico, con sus grandes ojos azules y su bigotillo de adolescente en ciernes, le resultaba familiar al gennin; mas no terminaba de ubicarlo. Nada más el Uzumaki se dio media vuelta, el bobalicón se levantó torpemente, todavía lloriqueando, y echó a correr sin mirar atrás.
Por su parte, Ralexion se acercó disimuladamente al muro —o a lo que parecía serlo— y dió un fuerte tirón. Notó el tacto áspero de la tela cuando sus dedos la aferraron con fuerza, descubriendo al instante a la autora de aquella burda treta de camuflaje.
—¡Mierda! —gimió la chica, saltando hacia un lado para alejarse un par de metros del gennin pelirrojo—. Pensaba que esta técnica sería suficiente para engañar a un merluzo como tú.
La chica era delgada y algo más alta que el propio Ralexion, de pelo oscuro y ojos verdosos, muy vivos. La bandana de Uzu relucía en su frente, y atado al muslo derecho llevaba un portaobjetos ninja. Bajo su brazo izquierdo, bien sujeto, el paquete que Diamondog había dado a Ralexion.
—¡Vaya, me has descubierto! —exclamó, remarcando lo obvio—. Meh, nunca debí haber delegado el encargo en ese idiota de Raruto... No por nada es el tonto del barrio —masculló por lo bajo—. Bueno, pues un pin para tí. Ahora, si me disculpas, me voy.
Y ni corta ni perezosa, empezó a caminar en dirección contraria al gennin pelirrojo, aun sin darle completamente la espalda.
Por su parte, Ralexion se acercó disimuladamente al muro —o a lo que parecía serlo— y dió un fuerte tirón. Notó el tacto áspero de la tela cuando sus dedos la aferraron con fuerza, descubriendo al instante a la autora de aquella burda treta de camuflaje.
—¡Mierda! —gimió la chica, saltando hacia un lado para alejarse un par de metros del gennin pelirrojo—. Pensaba que esta técnica sería suficiente para engañar a un merluzo como tú.
La chica era delgada y algo más alta que el propio Ralexion, de pelo oscuro y ojos verdosos, muy vivos. La bandana de Uzu relucía en su frente, y atado al muslo derecho llevaba un portaobjetos ninja. Bajo su brazo izquierdo, bien sujeto, el paquete que Diamondog había dado a Ralexion.
—¡Vaya, me has descubierto! —exclamó, remarcando lo obvio—. Meh, nunca debí haber delegado el encargo en ese idiota de Raruto... No por nada es el tonto del barrio —masculló por lo bajo—. Bueno, pues un pin para tí. Ahora, si me disculpas, me voy.
Y ni corta ni perezosa, empezó a caminar en dirección contraria al gennin pelirrojo, aun sin darle completamente la espalda.