23/03/2017, 00:34
—Gracias —respondió uno de los chicos cuando Ayame le pasó la vara de metal.
Con ayuda de ambas herramientas, y con varias manos más, entre todos lograron levantar por ambos extremos el pilón de madera que mantenía preso a su compañero.
—¡Rápido! ¡Safate de ahí que no aguantaremos el peso mucho tiempo! —exclamó el mismo.
«"Sáfate"... ¿Acaso sesea?» No pudo evitar preguntarse Ayame, pese a la gravedad del asunto.
—No, no siento las piernas, no me responden —se quejó el herido.
—Tendremos que jalarlo —comentó Kagetsuna.
Aunque Ayame ni siquiera necesitó escucharlo para actuar. Rápidamente se agachó junto al muchacho herido, pasó como pudo sus brazos por debajo de sus hombros y empezó a estirar de él para sacarlo fuera del montón de maderas antes de que sus compañeros perdieran las fuerzas y dejaran caer de nuevo los pilones. Sin embargo, apenas lograba moverlo unos pocos centímetros y enseguida recordó que la fuerza no estaba entre sus cualidades.
—A... ¡Ayudadme! Yo sola no puedo con él —suplicó, angustiada.
Con ayuda de ambas herramientas, y con varias manos más, entre todos lograron levantar por ambos extremos el pilón de madera que mantenía preso a su compañero.
—¡Rápido! ¡Safate de ahí que no aguantaremos el peso mucho tiempo! —exclamó el mismo.
«"Sáfate"... ¿Acaso sesea?» No pudo evitar preguntarse Ayame, pese a la gravedad del asunto.
—No, no siento las piernas, no me responden —se quejó el herido.
—Tendremos que jalarlo —comentó Kagetsuna.
Aunque Ayame ni siquiera necesitó escucharlo para actuar. Rápidamente se agachó junto al muchacho herido, pasó como pudo sus brazos por debajo de sus hombros y empezó a estirar de él para sacarlo fuera del montón de maderas antes de que sus compañeros perdieran las fuerzas y dejaran caer de nuevo los pilones. Sin embargo, apenas lograba moverlo unos pocos centímetros y enseguida recordó que la fuerza no estaba entre sus cualidades.
—A... ¡Ayudadme! Yo sola no puedo con él —suplicó, angustiada.