25/03/2017, 02:02
La pelirosa no pudo pelear por mucho mas con su estómago, al final, éste pudo con la pequeña. Se armó de coraje, y se tragó gran parte de su orgullo, tras ello reculó hasta la mujer de escasas palabras y preguntó si aún estaba a tiempo de tomar el bocadillo. La mujer, tan escasa de vocablos como siempre, ni se molestó en gesticular demasiado. Su gesto se limitó a arrastrar un poco mas el bocadillo, lo suficiente como para que la pequeña lo alcanzase. Ésta no titubeó un solo segundo mas, y lo tomó con valor casi inigualable, para tras ello volver hacia su sitio.
En su posición anterior, retiró el envoltorio de papel de plata y le hincó los dientes por primera vez. Un edén de sabor recorrió toda su boca, y golpeó sus papilas gustativas como un boxeador a un alienígena en mitad de una invasión; fuerte y rotundo. Ni en las mejores series de gastronomía podrían expresar un sabor igual, era algo casi inhumano, fuera de éste mundo. Tanto fue así, que apenas tardaría unos minutos en devorarlo, casi parecía una fiera enzarzada a bocados con su presa.
Cuando llegaron al destino, y el cochero anunció el hecho, la chica optó por no tardar demasiado en bajar; no obstante, agradeció de nuevo a la mujer de la esquina el detalle del bocadillo, así como le deseó un buen viaje. Tras ello, y no antes, saltó de la diligencia.
Apenas hubo intentado agradecer al cochero el viaje, éste agredió a los caballos con las fustas, y la diligencia tomó camino rápidamente, dejando a la pequeña con las palabras en la boca. Si, sin duda alguna aún no la había perdonado por ese absurdo y ligero comentario. Pero en fin, allí estaba, sola ante el peligro. Frente a ella, quedó la estirada mujer que se interponía entre la pequeña y su misión.
Izumi, ni corta ni perezosa, caminó hasta escasos dos metros de la mujer; la cual le miraba por encima del hombro. Hizo una reverencia de lo mas formal y cortés, saludó, y al incorporarse se presentó con nombre y apellido, agregando sin dudar su rango de kunoichi. La mujer quedó en silencio, erguida y casi sin mover un solo músculo de su fino cuerpo. Sus orbes se deslizaron de un lado a otro, observando alrededor de la chica, y finalmente se clavaron de nuevo en ella. Su mirada rebasó a la chica, y la examinó de arriba hasta abajo, y volvió a subir. Llevó su diestra hasta su rostro, posicionandola frente a su boca, y aclaró su voz tosiendo un par de veces.
—Señorita... Sanshoo, ¿verdad? —Lanzó una pregunta retórica. —¿Dónde está su compañero? ¿Lo ha perdido usted en el viaje?
Lanzada la verdadera pregunta, la mujer retomó su anterior posición de brazos, cruzandolos tras su espalda. Tras ello, comenzó a andar con parsimonia, rodeando poco a poco a la pequeña.
—No creo que hayan enviado a una chica solamente, cuando expresamente pedí dos genin, ¿verdad?
De nuevo, la pequeña se acordaría en algunos familiares enterrados de la secretaria con la que topó a primera hora de la mañana anterior. Si recordaba mejor, seguramente se acordaba también de la madre del señor que salió a darle la taza a la susodicha, cuya profesión no era otra que vender su cuerpo por tiempo a desconocidos...
Bendito sobrino famélico.
En su posición anterior, retiró el envoltorio de papel de plata y le hincó los dientes por primera vez. Un edén de sabor recorrió toda su boca, y golpeó sus papilas gustativas como un boxeador a un alienígena en mitad de una invasión; fuerte y rotundo. Ni en las mejores series de gastronomía podrían expresar un sabor igual, era algo casi inhumano, fuera de éste mundo. Tanto fue así, que apenas tardaría unos minutos en devorarlo, casi parecía una fiera enzarzada a bocados con su presa.
Cuando llegaron al destino, y el cochero anunció el hecho, la chica optó por no tardar demasiado en bajar; no obstante, agradeció de nuevo a la mujer de la esquina el detalle del bocadillo, así como le deseó un buen viaje. Tras ello, y no antes, saltó de la diligencia.
Apenas hubo intentado agradecer al cochero el viaje, éste agredió a los caballos con las fustas, y la diligencia tomó camino rápidamente, dejando a la pequeña con las palabras en la boca. Si, sin duda alguna aún no la había perdonado por ese absurdo y ligero comentario. Pero en fin, allí estaba, sola ante el peligro. Frente a ella, quedó la estirada mujer que se interponía entre la pequeña y su misión.
Izumi, ni corta ni perezosa, caminó hasta escasos dos metros de la mujer; la cual le miraba por encima del hombro. Hizo una reverencia de lo mas formal y cortés, saludó, y al incorporarse se presentó con nombre y apellido, agregando sin dudar su rango de kunoichi. La mujer quedó en silencio, erguida y casi sin mover un solo músculo de su fino cuerpo. Sus orbes se deslizaron de un lado a otro, observando alrededor de la chica, y finalmente se clavaron de nuevo en ella. Su mirada rebasó a la chica, y la examinó de arriba hasta abajo, y volvió a subir. Llevó su diestra hasta su rostro, posicionandola frente a su boca, y aclaró su voz tosiendo un par de veces.
—Señorita... Sanshoo, ¿verdad? —Lanzó una pregunta retórica. —¿Dónde está su compañero? ¿Lo ha perdido usted en el viaje?
Lanzada la verdadera pregunta, la mujer retomó su anterior posición de brazos, cruzandolos tras su espalda. Tras ello, comenzó a andar con parsimonia, rodeando poco a poco a la pequeña.
—No creo que hayan enviado a una chica solamente, cuando expresamente pedí dos genin, ¿verdad?
De nuevo, la pequeña se acordaría en algunos familiares enterrados de la secretaria con la que topó a primera hora de la mañana anterior. Si recordaba mejor, seguramente se acordaba también de la madre del señor que salió a darle la taza a la susodicha, cuya profesión no era otra que vender su cuerpo por tiempo a desconocidos...
Bendito sobrino famélico.
![[Imagen: 2UsPzKd.gif]](http://i.imgur.com/2UsPzKd.gif)