26/03/2017, 21:58
Izumi no tuvo la descabellada idea de retractarse, tragó saliva y permaneció en pie ante la pregunta. No dudó un solo segundo, asegurando que era mas fuerte de lo que parecía, así como zanjando toda posibilidad de dudas. La pequeña, pese a su escaso conocimiento de la tare, sacó pecho y siguió adelante. Frente a ella, el rostro de la mujer no había hecho mueca alguna, casi parecía no haberse inmutado ante la respuesta. De nuevo, enfrentó su puño a la boca y carraspeó un par de veces. Alzó el rostro aún mas si es que cabe, y se dio media vuelta.
—Está bien, confiaré en tu palabra, kunoichi. —Determinó mientras nuevamente entrecruzaba los brazos tras su espalda.
»Sígueme, no hay tiempo que perder.
Con esas palabras, la mujer comenzó a andar con parsimonia, irónicamente. Talón, punta, talón, punta. Caminaba casi como una modelo, sin duda se tomaba bien en serio las apariencias. Caminó con esos aires hasta llegar a la puerta; una puerta de metal blanca, con numerosos detalles y barrotes de seguridad. Deshizo la encrucijada de brazos, y empujó la puerta mientras atravesaba el umbral de ésta. Lejos de perder modales, se apartó al entrar mientras sujetaba la puerta, esperando que la chica pasase antes de dejarla de nuevo en su posición anterior; cerrada.
La sala era realmente grande, de paredes blancas y grandes vidrieras en el techo, provocando que la sensación de luminosidad y espacio aumentase en gran medida. Por todas las paredes se erguían unos estantes de madera blanca que parecían la mar de estables, a excepción de las paredes del lado derecho, donde en su lugar había unos grandes refrigeradores. En mitad de la estancia habían también un total de 6 estanterías, unidas de dos en dos para dar lugar a un total de 4 pasillos. Al fondo había una escalera de caracol que daba hacia las dependencias superiores, de metal blanco también. Otro detalle importante eran las cajas registradoras, que se encontraban a pocos pasos de la entrada, un total de cuatro.
—Ésta es la tarea. Como podrás ver, esas estanterías centrales están totalmente vacías. —Señaló los estantes centrales. —En el piso de arriba está la mayoría de la mercancía, debes ir mirando qué debes colocar en cada lugar de los estantes, y aprovisionarlos. En los estantes hay pegatinas que nombran los productos y sus precios, fíjate en ellas y tráelos.
»Aquí tienes la llave del almacén.
La mujer le entregó un llavero, en el cuál había una llave metálica que tenía una pegatina en la que claramente ponía "Almacén". No era la única llave, había otras similares, con distintos nombres. Puerta trasera, desván, caja registradora 1, caja registradora 2, caja registradora 3, caja registradora 4, entrada, y una última que estaba en blanco.
—Está bien, confiaré en tu palabra, kunoichi. —Determinó mientras nuevamente entrecruzaba los brazos tras su espalda.
»Sígueme, no hay tiempo que perder.
Con esas palabras, la mujer comenzó a andar con parsimonia, irónicamente. Talón, punta, talón, punta. Caminaba casi como una modelo, sin duda se tomaba bien en serio las apariencias. Caminó con esos aires hasta llegar a la puerta; una puerta de metal blanca, con numerosos detalles y barrotes de seguridad. Deshizo la encrucijada de brazos, y empujó la puerta mientras atravesaba el umbral de ésta. Lejos de perder modales, se apartó al entrar mientras sujetaba la puerta, esperando que la chica pasase antes de dejarla de nuevo en su posición anterior; cerrada.
La sala era realmente grande, de paredes blancas y grandes vidrieras en el techo, provocando que la sensación de luminosidad y espacio aumentase en gran medida. Por todas las paredes se erguían unos estantes de madera blanca que parecían la mar de estables, a excepción de las paredes del lado derecho, donde en su lugar había unos grandes refrigeradores. En mitad de la estancia habían también un total de 6 estanterías, unidas de dos en dos para dar lugar a un total de 4 pasillos. Al fondo había una escalera de caracol que daba hacia las dependencias superiores, de metal blanco también. Otro detalle importante eran las cajas registradoras, que se encontraban a pocos pasos de la entrada, un total de cuatro.
—Ésta es la tarea. Como podrás ver, esas estanterías centrales están totalmente vacías. —Señaló los estantes centrales. —En el piso de arriba está la mayoría de la mercancía, debes ir mirando qué debes colocar en cada lugar de los estantes, y aprovisionarlos. En los estantes hay pegatinas que nombran los productos y sus precios, fíjate en ellas y tráelos.
»Aquí tienes la llave del almacén.
La mujer le entregó un llavero, en el cuál había una llave metálica que tenía una pegatina en la que claramente ponía "Almacén". No era la única llave, había otras similares, con distintos nombres. Puerta trasera, desván, caja registradora 1, caja registradora 2, caja registradora 3, caja registradora 4, entrada, y una última que estaba en blanco.