26/03/2017, 23:06
(Última modificación: 26/04/2017, 15:43 por Amekoro Yui.)
Karamaru había ido a parar a un pobre chūnin cargado hasta las trancas de libros de cuentas. El shinobi levantó la mirada y el calvo pudo ver que se trataba de un hombre ya entrado en años con la cara surcada de cicatrices, el cabello corto y gris. Vestía con la indumentaria habitual de un chūnin de Amegakure.
Llevaba un respirador en la boca, por lo que su voz sonaba metálica.
—¿No ves que estoy ocupado, novato? —resopló— El despacho de Yui-sama está en el segundo piso, ella puede ayudarte. Ahora, ¡déjame que haga mi trabajo!
El veterano hizo un ademán con la cabeza, señalando una puerta cercana, el despacho de la Arashikage. Se marchó de inmediato, continuando con sus quehaceres.
Llevaba un respirador en la boca, por lo que su voz sonaba metálica.
—¿No ves que estoy ocupado, novato? —resopló— El despacho de Yui-sama está en el segundo piso, ella puede ayudarte. Ahora, ¡déjame que haga mi trabajo!
El veterano hizo un ademán con la cabeza, señalando una puerta cercana, el despacho de la Arashikage. Se marchó de inmediato, continuando con sus quehaceres.