2/04/2017, 21:28
Parecía que ninguno de los shinobis se prestaba atención entre ellos, dado que en vez de ir todos juntos se podía ver que cada uno decidía por su cuenta. Era tanta su independencia, que ahora solo quedaban dos de los Gennins que formaban el grupo. Uno decidió proceder hacia la tienda mientras un segundo buscaba información y el tercero estaba, sencillamente, en paradero desconocido.
Keisuke era un chico lo bastante precavido como para recolectar algo de información antes de meterse en la boca del lobo
-Oiga! Espere un momento! -Disculpe el abuso ¿podría explicarme lo que sucedió allí adentro?
El hombre misterioso se detuvo, suspiró y se volteó para ver qué pasaba. Podía verse con claridad que el sencillo hecho de darse la vuelta le había resultado tremendamente pesado, como si le acabaran de decir que debía mover un mueble de una punta a otra de la ciudad.
Llevaba un pañuelo tapandole el pelo, que le sobresalía por debajo del mismo con un color marrón oscuro y aún bastante rastro de comida de gato. Aparte de eso, era un hombre del montón, ojos oscuros, un leve bigote y mirada propia de un besugo.
— ¿Y tú qué quieres ahora? ¿Qué quieres que te explique? Todo el barrio sabe que esa mujer busca su gato, pero la condenada no da una descripción coherente, así que he cogido unos cuantos bichejos de esos de la calle y se los he llevado a ver si colaba. Y se ha puesto como una energumena, la muy desgraciada.
Cuando se paró a contarselo se dio cuenta de que apenas era un crio, tenía algo de altura pero su rostro dejaba claro que tenía unas esperanzas típicas de la etapa infantil. Por un momento le dio algo de pena.
— Mira, muchacho. Si la Arashikage te ha mandado a ayudar a esa loca solo puede significar una cosa, quiere verte fallar. Así que yo de ti me iría preparando para recibir el castigo ejemplar.
Pondría especial enfasis en la última oración antes de volver a lo suyo, andar hasta desaparecer.
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Mogura, era un chico centrado y no perdía el tiempo en cumplir su tarea, fue directo a la tienda.
Al abrir la puerta de la tienda, el olor que todos pudieron notar en el misterioso hombre se quedó en un suave aroma en comparación a la fuerte peste que irradiaba el interior del lugar. De la mezcla entre pienso y alcohol a la mezcla entre pienso y gato era díficil decir cual chocaba más al olfato. Si algún Inuzuka tenía la necesidad de comprar algo, seguro que lo hacía por encargo.
Dejando de lado el olor, la tienda era mucho más calida y grande de lo que se esperaría por la fachada. Aunque a grandes rasgos era exactamente igual, a un lado todo eran colores calidos y dibujos adorables mientras que el otro eran estanterias apenas con algún toque estetico y una pared pintada con un solo color. Y no es que estuviera sucia ni nada por el estilo, era como seria en cualquier otra tienda. En la parte sobrecogida por los detalles se encontraban todos y cada unos de los productos gatunos.
Pero eso no le interesaba a ningún shinobi que hubiera venido a la tienda a completar una misión, ese ninja buscaría con la mirada a la dueña, que le iba a importar a él donde había o no colgantes de gatitos, aunque la respuesta era que había en todas partes.
El mostrador se encontraba en una perfecta diagonal desde donde estaba la puerta, en el lado izquierdo de la tienda, que era el de los gatos. Sobre el mostrador de madera perfectamente cuidado y barnizado se encontraba un gato, un gato gordo, bueno, un gato opulento, en todas sus dimensiones. El animal tenía su mirada clavada en el intruso, barra cliente.
Tras el mostrador, un poco alejada, había una señora mayor en una mecedora. Se balanceaba suavemente con un gato en el regazo. Su pelo estaba recogido en un moño tipico de abuela japonesa y era de un color grisaceo claro sin llegar a blanco. Sus ojos estaban entrecerrados tirando a cerrados, sería casi imposible saber si los tenía abiertos e imposible del todo, si estaba mirando algo, saber qué miraba.
Nada ni nadie contestaría al shinobi. Solo el suave balanceo de la mecedora.
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Ni Keisuke ni Mogura habían reparado en que en algún lugar entre el edificio de la Arashikage y la tienda Hazegawa se había separado del grupo.
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