4/04/2017, 22:17
—He sobrevivido seis meses en el Bosque de Azur. me decapitaron y sigo vivo —dijo el niño grande que Shiona miraba con los ojos entrecerrados, tratando inútilmente de sonreír, y dibujando una mueca entre arrogante y estúpida en su lugar. Se encogió de hombros—. Poner mi vida en manos de la mayor especialista en Fuuinjutsu de Oonindo no suena muy peligroso en comparación.
—No me hagas la pelota.
—Dicho esto, lo último que recuerdo es que estaba paseando feliz y tranquilo en dirección a los Dojos, y ahora despierto y me encuentro con que soy un asesino, tuerto y con un sello maldito en la nuca. —Abrió la boca, la cerró y la volvió a abrir, como queriendo decir algo más, pero no sabiendo el qué. Dudas. Shiona entrecerró los ojos un poco más—. Me gustaría… Me gustaría pensarlo. Quizá poner el sello de anulación ahora y tomarme un tiempo para decidirme. Hasta que cumpla mi confinamiento en los Dojos…
»Y entonces decidiré.
—No, decidirás ahora. Y si eres incapaz de decidir, decidiré yo por ti. Te estoy dando dos alternativas. Tómalas. Trabajaremos en esa dirección.
»No lo entiendes, Haskoz. Eres un genin. Te queda mucho por aprender, y la lección de hoy será muy valiosa. Un ninja no puede quedarse de brazos cruzados mientras se teje una trama para derrocar a su país. Una trama que podría crear una guerra. Hace unos días ordené matar a cinco hombres porque pensaban asesinarme. Suena lógico, ¿no? Así se lo conté dos genin, niños, como tú. —Shiona negó con la cabeza—. No, Haskoz. Maté a dos por conspiración. Los otros, los maté por si acaso. Solían salir juntos. Me arriesgaba a que conociesen el plan, a que estuviesen mínimamente de acuerdo.
»Se lo oculté a sus familias y dije que habían muerto en una misión. ¿Crees que no es duro hacer este tipo de elecciones? Elije, Haskoz. Ya te he dicho mi opinión. Lo quitamos de raíz, pero puedes morir. Te doy una segunda: pero te advierto, tampoco te garantizo tu seguridad.
—No me hagas la pelota.
—Dicho esto, lo último que recuerdo es que estaba paseando feliz y tranquilo en dirección a los Dojos, y ahora despierto y me encuentro con que soy un asesino, tuerto y con un sello maldito en la nuca. —Abrió la boca, la cerró y la volvió a abrir, como queriendo decir algo más, pero no sabiendo el qué. Dudas. Shiona entrecerró los ojos un poco más—. Me gustaría… Me gustaría pensarlo. Quizá poner el sello de anulación ahora y tomarme un tiempo para decidirme. Hasta que cumpla mi confinamiento en los Dojos…
»Y entonces decidiré.
—No, decidirás ahora. Y si eres incapaz de decidir, decidiré yo por ti. Te estoy dando dos alternativas. Tómalas. Trabajaremos en esa dirección.
»No lo entiendes, Haskoz. Eres un genin. Te queda mucho por aprender, y la lección de hoy será muy valiosa. Un ninja no puede quedarse de brazos cruzados mientras se teje una trama para derrocar a su país. Una trama que podría crear una guerra. Hace unos días ordené matar a cinco hombres porque pensaban asesinarme. Suena lógico, ¿no? Así se lo conté dos genin, niños, como tú. —Shiona negó con la cabeza—. No, Haskoz. Maté a dos por conspiración. Los otros, los maté por si acaso. Solían salir juntos. Me arriesgaba a que conociesen el plan, a que estuviesen mínimamente de acuerdo.
»Se lo oculté a sus familias y dije que habían muerto en una misión. ¿Crees que no es duro hacer este tipo de elecciones? Elije, Haskoz. Ya te he dicho mi opinión. Lo quitamos de raíz, pero puedes morir. Te doy una segunda: pero te advierto, tampoco te garantizo tu seguridad.