18/04/2017, 17:58
Aquel gato parecía decidido a dejarles una marca en la cara que no iban a olvidar en un buen tiempo, quizás nunca. Pero no, no fue así. Una nube de humo se manifestó y de un momento a otro el gato había desaparecido, casi al instante, una voz de una niña de mierda se haría dueña de la escena.
¿Shinobis vosotros? Si ni os habéis pispao de que el gato era nada menos que un henge.
Mogura se dio vuelta casi al instante, regresó su mirada un segundo y luego la volvió a posar sobre la chica.
Degradandolos con argumentos de que no eran lo suficientemente nobles como para hablar directamente con la anciana, sumado a eso reclamaba que no eran la cantidad que se suponía, gracias a Hazegawa. Pero lo que más le llegó y ciertamente le hizo sentir un poco mal fueron aquellas palabras dirigidas específicamente a él.
Tú. Aún no has dado los buenos días ni un hola, ni siquiera un hey, ¡mal educado!
Bajo condiciones normales, no habría hecho otra cosa que mirarla de reojo y mandarla a su casa con un argumento sin tacto alguno pero en ese preciso instante aquella niña se encontraba en una posición de poder por sobre el joven médico.
Humildemente me disculpo por mi falta de modales, no volverá a suceder.
Junto a sus palabras, una marcada reverencia dejaba en claro la sinceridad de sus palabras, o al menos de sus formas. ¿Cómo podía haber olvidado aquello a lo que había dedicado tanto tiempo de su vida? ¡Si hubiese sido un samurai debería haberse abierto el estomado con su espada corta!
¿Y por qué estáis aquí exactamente? No os pagamos para que vengáis a ver lo bonita que está la tienda. Aunque está realmente bonita.
Contestando a sus palabras, Keisuke tomó la palabra. En ese preciso instante Mogura decidió no entremeterse y dejar que su compañero hiciese lo que tenía que hacer, aunque sus formas no fuesen las mejores.
¿Shinobis vosotros? Si ni os habéis pispao de que el gato era nada menos que un henge.
Mogura se dio vuelta casi al instante, regresó su mirada un segundo y luego la volvió a posar sobre la chica.
Degradandolos con argumentos de que no eran lo suficientemente nobles como para hablar directamente con la anciana, sumado a eso reclamaba que no eran la cantidad que se suponía, gracias a Hazegawa. Pero lo que más le llegó y ciertamente le hizo sentir un poco mal fueron aquellas palabras dirigidas específicamente a él.
Tú. Aún no has dado los buenos días ni un hola, ni siquiera un hey, ¡mal educado!
Bajo condiciones normales, no habría hecho otra cosa que mirarla de reojo y mandarla a su casa con un argumento sin tacto alguno pero en ese preciso instante aquella niña se encontraba en una posición de poder por sobre el joven médico.
Humildemente me disculpo por mi falta de modales, no volverá a suceder.
Junto a sus palabras, una marcada reverencia dejaba en claro la sinceridad de sus palabras, o al menos de sus formas. ¿Cómo podía haber olvidado aquello a lo que había dedicado tanto tiempo de su vida? ¡Si hubiese sido un samurai debería haberse abierto el estomado con su espada corta!
¿Y por qué estáis aquí exactamente? No os pagamos para que vengáis a ver lo bonita que está la tienda. Aunque está realmente bonita.
Contestando a sus palabras, Keisuke tomó la palabra. En ese preciso instante Mogura decidió no entremeterse y dejar que su compañero hiciese lo que tenía que hacer, aunque sus formas no fuesen las mejores.
Hablo - Pienso