19/04/2017, 19:14
Debía de estar ya bien entrada la Hora de la Serpiente, o eso pensaba Izumi, cuando se internó por la zona de los acantilados buscando alargar la vuelta a casa un poquito más. La joven, ahora tintada de pelirosa, se había levantado temprano. Muy temprano de hecho, sobre la primera mitad de la Hora del Conejo, para ir a entrenar al dojo familiar en solitario.
Ataviada con un keikogi azul oscuro algo gastado, ligeramente suelto pues el nudo que mantenia el eri superior sujeto se había desatado, un hakama del mismo color y sus tabi habituales. En su cintura, aprovechando el mae himo, llevaba su bokuto bien alistado. En esta ocasión había dejado su itae-ata en su casa, pues no le parecía necesario llevarlo cuando entrenaba.
Izumi había elegido aquella ruta por dos razones, la primera era la suave brisa que corría por aquella zona que la ayudaría a refrescarse tras un ejercicio tan intenso... y la segunda es que era el camino más largo hasta su casa. En cuanto llegase, le tocaría ponerse a empollar esos interminables tratados de medicina que tanto se le atragantaban
"Creo que necesito mejorar el sentido del corte..." la joven venía pensando en su entrenamiento y en como podía mejorar "Si tuviera una katana de verdad..." se lamentaba la pequeñaja que aún no había logrado hacerse con un arma que se amoldase a ella y es que buscar una katana no es buscar un arma cualquiera, era buscar EL arma perfecto en para ella en muchos aspectos diferentes "Quizás deba ir a Taikarune a buscar a ese herrero del que todos hablan... ¿Cómo se llamaba?" trataba de recordar el nombre, cuando en uno de los giros del camino divisó a una chica de pelo plateado y ataviada con un uwagi blanco. Aunque lo que le llamó la atención era el shinai que sostenía con ambas manos y enfrentaba contra un muñeco de madera.
La pelirosa se detuvo silenciosamente, no podía negar que le despertaba curiosidad ver a alguien entrenando en aquel lugar con un shinai entre las manos. La práctica del Kendo, o la del Kenjutsu que ella práctica, se solía hacer en interiores pues la posición de pies solía ser muy importante.
La chica parecía estar cargándose de determinación, quizás fuese a lanzar un golpe definitivo o algo similar "No pasa nada por que mire un rato a alguien entrenar" ya tenía otra excusa para retrasar su llegada a casa
Cargó el golpe ante la atenta mirada de la pelirosa y lo lanzó en dirección al hombro del muñeco. Izumi arqueó una ceja un tanto decepcionada ante la debilidad del golpe, pero la desesperación posterior de la kendoka le recordó en cierta manera a ella misma cuando empezaba a practicar kenjutsu.
—Piensas demasiado— le dijo mientras daba un par de pasos para acortar la distancia a apenas un par de metros —y tiras de brazos— Izumi se detuvo a un lado de la joven, cruzándose de brazos y dejando que la brisa hiciese ondear su cabello suavemente
Ataviada con un keikogi azul oscuro algo gastado, ligeramente suelto pues el nudo que mantenia el eri superior sujeto se había desatado, un hakama del mismo color y sus tabi habituales. En su cintura, aprovechando el mae himo, llevaba su bokuto bien alistado. En esta ocasión había dejado su itae-ata en su casa, pues no le parecía necesario llevarlo cuando entrenaba.
Izumi había elegido aquella ruta por dos razones, la primera era la suave brisa que corría por aquella zona que la ayudaría a refrescarse tras un ejercicio tan intenso... y la segunda es que era el camino más largo hasta su casa. En cuanto llegase, le tocaría ponerse a empollar esos interminables tratados de medicina que tanto se le atragantaban
"Creo que necesito mejorar el sentido del corte..." la joven venía pensando en su entrenamiento y en como podía mejorar "Si tuviera una katana de verdad..." se lamentaba la pequeñaja que aún no había logrado hacerse con un arma que se amoldase a ella y es que buscar una katana no es buscar un arma cualquiera, era buscar EL arma perfecto en para ella en muchos aspectos diferentes "Quizás deba ir a Taikarune a buscar a ese herrero del que todos hablan... ¿Cómo se llamaba?" trataba de recordar el nombre, cuando en uno de los giros del camino divisó a una chica de pelo plateado y ataviada con un uwagi blanco. Aunque lo que le llamó la atención era el shinai que sostenía con ambas manos y enfrentaba contra un muñeco de madera.
La pelirosa se detuvo silenciosamente, no podía negar que le despertaba curiosidad ver a alguien entrenando en aquel lugar con un shinai entre las manos. La práctica del Kendo, o la del Kenjutsu que ella práctica, se solía hacer en interiores pues la posición de pies solía ser muy importante.
La chica parecía estar cargándose de determinación, quizás fuese a lanzar un golpe definitivo o algo similar "No pasa nada por que mire un rato a alguien entrenar" ya tenía otra excusa para retrasar su llegada a casa
Cargó el golpe ante la atenta mirada de la pelirosa y lo lanzó en dirección al hombro del muñeco. Izumi arqueó una ceja un tanto decepcionada ante la debilidad del golpe, pero la desesperación posterior de la kendoka le recordó en cierta manera a ella misma cuando empezaba a practicar kenjutsu.
—Piensas demasiado— le dijo mientras daba un par de pasos para acortar la distancia a apenas un par de metros —y tiras de brazos— Izumi se detuvo a un lado de la joven, cruzándose de brazos y dejando que la brisa hiciese ondear su cabello suavemente