20/04/2017, 20:34
No le faltaba razón a la chica en cuanto al baño refiriendose al animal, le hacía falta, y mucho. Tanto olía, que tuvo la irrevocable necesidad de apartarsela un poco, era un olor casi vomitivo. Pese a todo, seguía pareciendole un animal de lo mas mono y achuchable, incluso le acarició la cabeza; gesto que la rata al principió rechazó un poco, pero curiosamente no la mordió ni nada. Eso si, a cada minuto que pasaba entre sus manos, la rata comenzaba a moverse mas, mas y más. Finalmente, ésta la dejó en el suelo, y comenzó a revisar con la mirada si había algún agujero en la pared, o algo similar.
El desorden era tal, que raramente vería algo parecido.
La rata que soltó se escabulló entre los plasticos y latas del suelo, no los de su montoncito bueno, si no en el que había puesto como barricada. Evidentemente, algunas de éstas latas y bricks cayeron al suelo, resonando y armando un pequeño jaleo. Entre tanto, la chica se había levantado del sitio, y había comenzado a tramar cómo liberar a los animalejos para que éstos no fuesen exterminados. Lamentablemente, quizás estaba dejando de lado su principal cometido, rellenar las estanterías.
Por mucho que buscase, las ratas no había dejado por el lugar ningún tunel de entrada o salida. El motivo por el cuál estaban en esa habitación y sus puertas dañadas sin duda reflejaban un caso extraño, fuese como fuese, habían tenido que llegar hasta allí de alguna otra manera. Si bien no habían llegado por donde la chica había entrado, había de ser por la puerta del final del almacén, no había otra.
Para cuando se diese cuenta, las pilas que había formado con cosas en buen estado, terminarían por desmoronarse dramáticamente. Tres de esos animales que había tomado hacía unos minutos se encargaban de derrocar esa fea acumulación de productos fuera de sus leyes, esas cosas estaban prohibidas en su dictadura. Cada animalejo de éstos tiraba desde un punto de esa improvisada formación de productos, olisqueando con curiosidad qué habían derrocado.
El desorden era tal, que raramente vería algo parecido.
La rata que soltó se escabulló entre los plasticos y latas del suelo, no los de su montoncito bueno, si no en el que había puesto como barricada. Evidentemente, algunas de éstas latas y bricks cayeron al suelo, resonando y armando un pequeño jaleo. Entre tanto, la chica se había levantado del sitio, y había comenzado a tramar cómo liberar a los animalejos para que éstos no fuesen exterminados. Lamentablemente, quizás estaba dejando de lado su principal cometido, rellenar las estanterías.
Por mucho que buscase, las ratas no había dejado por el lugar ningún tunel de entrada o salida. El motivo por el cuál estaban en esa habitación y sus puertas dañadas sin duda reflejaban un caso extraño, fuese como fuese, habían tenido que llegar hasta allí de alguna otra manera. Si bien no habían llegado por donde la chica había entrado, había de ser por la puerta del final del almacén, no había otra.
Para cuando se diese cuenta, las pilas que había formado con cosas en buen estado, terminarían por desmoronarse dramáticamente. Tres de esos animales que había tomado hacía unos minutos se encargaban de derrocar esa fea acumulación de productos fuera de sus leyes, esas cosas estaban prohibidas en su dictadura. Cada animalejo de éstos tiraba desde un punto de esa improvisada formación de productos, olisqueando con curiosidad qué habían derrocado.