21/04/2017, 02:36
—Y así es como todo termina —se dijo a sí mismo, con una voz fuertemente mitigada por la lluvia.
Lo que prometía ser una educativa charla con tres puntos de vista distintos había quedado en el olvido. Al final, fue mas una promesa que realidad y más un choque que un compartir. Puede que el único consuelo fuese que las circunstancias no eran las correctas, para ninguno de los tres. El clima, que ya se mostraba bastante inclemente fue el último clavo en el ataúd donde ahora descansaba aquel encuentro.
—Es curioso —pensó con calma mientras ambos chicos se alejaban de él en direcciones opuestas—, al final, lo único en lo que han logrado estar de acuerdo es que no podian compartir sus opiniones.
Kōtetsu no pudo evitar sentir que sus habilidades como mediador dejaban mucho que desear. Pero también era consciente de que existen personas cuyas diferencias les impiden entenderse, o siquiera hacer el intento. Puede que las naturalezas y orígenes de aquellos muchachos fueran como el agua y el aceite y que por eso fuera imposible el retenerlos juntos en un mismo sitio de manera armoniosa.
—Creo que es normal, debe serlo: Mas allá de lo que pueda decir de mi mismo, estos ninjas son personas realmente difíciles —Aquello era lo más evidente de todo—. Uno es un muchacho lóbrego con mucha autocompasión, y el otro es un chico que tiene una muy alta capacidad para importunar y hacer enojar a los demás.
Para cuando termino de hablar consigo mismo ambos jóvenes ya se habían perdido en la distancia.
“Al final si he aprendido algo: Los ninjas son seres extraños y complejos..., tanto que puede que les sea imposible vivir como algo distinto de lo que ya son.”
—Quizás yo también soy o seré de esa manera… La espiral, la lluvia y la hierba —pronuncio los símbolos de las grandes aldeas—. Al parecer solo hay tres formas de ver a los ninjas, pues me es difícil imaginar que fuera de esos tres sitios haya lugar para uno.
Lo que prometía ser una educativa charla con tres puntos de vista distintos había quedado en el olvido. Al final, fue mas una promesa que realidad y más un choque que un compartir. Puede que el único consuelo fuese que las circunstancias no eran las correctas, para ninguno de los tres. El clima, que ya se mostraba bastante inclemente fue el último clavo en el ataúd donde ahora descansaba aquel encuentro.
—Es curioso —pensó con calma mientras ambos chicos se alejaban de él en direcciones opuestas—, al final, lo único en lo que han logrado estar de acuerdo es que no podian compartir sus opiniones.
Kōtetsu no pudo evitar sentir que sus habilidades como mediador dejaban mucho que desear. Pero también era consciente de que existen personas cuyas diferencias les impiden entenderse, o siquiera hacer el intento. Puede que las naturalezas y orígenes de aquellos muchachos fueran como el agua y el aceite y que por eso fuera imposible el retenerlos juntos en un mismo sitio de manera armoniosa.
—Creo que es normal, debe serlo: Mas allá de lo que pueda decir de mi mismo, estos ninjas son personas realmente difíciles —Aquello era lo más evidente de todo—. Uno es un muchacho lóbrego con mucha autocompasión, y el otro es un chico que tiene una muy alta capacidad para importunar y hacer enojar a los demás.
Para cuando termino de hablar consigo mismo ambos jóvenes ya se habían perdido en la distancia.
“Al final si he aprendido algo: Los ninjas son seres extraños y complejos..., tanto que puede que les sea imposible vivir como algo distinto de lo que ya son.”
—Quizás yo también soy o seré de esa manera… La espiral, la lluvia y la hierba —pronuncio los símbolos de las grandes aldeas—. Al parecer solo hay tres formas de ver a los ninjas, pues me es difícil imaginar que fuera de esos tres sitios haya lugar para uno.