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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#2
Sucede que en aquél día Daruu estaba sentado en un banco, en la calle del hospital. Se había detenido, fatigado, después de una dura mañana de entrenamiento. A pesar de que los entrenamientos con su abuela sucedían mientras estaba en una especie de sueño o trance, tanto los golpes como el esfuerzo que tenían lugar dentro de los pergaminos se reflejaban también fuera de ellos.

Así pues, estaba recuperando el aliento mientras observaba con interés una especie de espectáculo callejero que estaba teniendo lugar y que desde luego estaba atrayendo mucho la atención. Se trataba de un peluche rojo con una nariz naranja bien grandota, que parecía moverse y bailar solo.

Podría haber activado su Byakugan, pero eso sería contraproducente: fatigaría aún más su cuerpo por el uso del chakra y sus ojos... Bueno, por el uso del Byakugan. De modo que simplemente empezó a darle vueltas a cómo debía funcionar el muñeco, y llegó a la conclusión de que probablemente aquél tipo lo estuviera manejando con algún tipo de control del chakra.

—¿Quieres una piruleta, chavalín? —Un hombre con una sonrisa enorme se le acercó ofreciéndole una piruleta roja con forma de corazón—. Las vendo baratas. Sólo 2 ryo.

«Vete a la mierda, ¿no ves la bandana? Soy todo un adulto serio y responsable», pensó decir.

—Por qué no, deme una —dijo.

Así pues, compró la piruleta, la abrió y se la metió en la boca. Se despidió del vendedor callejero, se levantó, hizo un pequeño estiramento y procedió a marcharse hacia casa.
[Imagen: K02XwLh.png]

No hay marcas de sangre registradas.
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Mensajes en este tema
RE: El extraño caso del titiritero que se vendió por un maní - por Amedama Daruu - 22/04/2017, 00:23


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