22/04/2017, 23:36
La chica se había tomado muy en serio lo de cortar, tan en serio que intento cortar un muñeco de madera y paga con un shinai. Lo que resulto en un impacto lo suficientemente fuerte e incómodo, como para que está terminase dejando escapar el arma de sus manos que acabó sobre la hierba. Mientras tanto, la aprendiz de espadachina agitaba los dedos en el aire para liberar el dolor de las articulaciones.
—¿Te has hecho daño?— preguntó la joven un tanto preocupada por si se había luxado algún dedo, ella sabía de primera mano lo que podía llegar a doler en el momento
Sin embargo, la peliplateada, aún dolorida comenzó a disculparse con la Sanshoo relaizando tres reverencias seguidas
—No tienes porque disculparte, eso le ha pasado a todo el mundo alguna vez— trato de tranquilizar así a la otra chica, que parecía bastante avergonzada por lo sucedido —Déjame ver la mano, anda— Izumi se acercó tomando la mano de la kendoka frustrada, la observó durante unos instantes antes de tocarla con cuidado y empezar a examinar los dedos con sus manos —¿Te duele?— preguntó mientra se los flexionaba con cuidado —Parece que solo ha sido el golpe, aunque quizás cuando se enfríen te duelan un poco al moverlos— le advirtió la pelirosa antes de liberarle la mano —Será mejor que lo dejes por hoy— le sugirió con tranquilidad mientras se acercaba hasta el lugar donde había caído el arma de entrenamiento, se agachó lentamente para recuperar el arma —Vaya, se ha astillado un poco— el impacto había quebrado levemente la varilla central por la zona cercana a la punta —Habrá que cambiarla— comentó mientras recuperaba la verticalidad y se volvía hacia la muchacha tendiéndole el arma con ambas manos
—¿Te has hecho daño?— preguntó la joven un tanto preocupada por si se había luxado algún dedo, ella sabía de primera mano lo que podía llegar a doler en el momento
Sin embargo, la peliplateada, aún dolorida comenzó a disculparse con la Sanshoo relaizando tres reverencias seguidas
—No tienes porque disculparte, eso le ha pasado a todo el mundo alguna vez— trato de tranquilizar así a la otra chica, que parecía bastante avergonzada por lo sucedido —Déjame ver la mano, anda— Izumi se acercó tomando la mano de la kendoka frustrada, la observó durante unos instantes antes de tocarla con cuidado y empezar a examinar los dedos con sus manos —¿Te duele?— preguntó mientra se los flexionaba con cuidado —Parece que solo ha sido el golpe, aunque quizás cuando se enfríen te duelan un poco al moverlos— le advirtió la pelirosa antes de liberarle la mano —Será mejor que lo dejes por hoy— le sugirió con tranquilidad mientras se acercaba hasta el lugar donde había caído el arma de entrenamiento, se agachó lentamente para recuperar el arma —Vaya, se ha astillado un poco— el impacto había quebrado levemente la varilla central por la zona cercana a la punta —Habrá que cambiarla— comentó mientras recuperaba la verticalidad y se volvía hacia la muchacha tendiéndole el arma con ambas manos