24/04/2017, 23:01
—¡Un descuento completo, claro! ¡Hihihi! En mis baños termales la atención al cliente es la máxima número uno y...
Su rostro no delató sentimiento alguno, había visto a su madre negociar en el pasado y poco a poco aprendió de ella. En su fuero interno ya tenía muy claro que no podía fiarse del desfigurado. Desviar una pregunta de aquella manera, dando una respuesta tan demagógica como inexacta no decían nada bueno del empresario.
—Un momento —le interrumpió Akame, y el hombre arrugó el rostro maltrecho con molestia—. Dice usted que somos los primeros clientes, pero... ¿A estas horas de la mañana? No parece que su negocio vaya muy bien.
Ralexion le dedicó un profundo vistazo al otro genin. Sus habilidades deductivas no eran moco de pavo; sin lugar a dudas Shigeru había patinado al revelar sin necesidad alguna un detalle del que se podía decir mucho. Y al igual que antes, le resultaba obvio que Akame no iba a suavizar la dureza de sus palabras incluso aunque el aludido estuviera frente a él.
Su mirada avellana se tornó sobre el poco atractivo sujeto. El muchacho esperaba una reacción que estuviera en las líneas de la ira, la incredulidad, o similar. En su lugar llegaron sollozos y penas, que condujeron al Uchiha a engendrar un semblante de sorpresa y preocupación.
—Este negocio fue de mi padre antes que mío... No podría aguantar la vergüenza de tener que cerrar —admitió, cabizbajo—. ¡Pero miradme! ¿Creéis que alguien querría venir a mis termas? La gente ni siquiera me da una oportunidad. Todos me miran, asqueados, y cruzan la calle... —y en ese momento apretó los puños—. ¡Pero no! ¡Nunca me rendiré!
Ahora las entrañas del joven de cabellos azabache sentían pena. Se le hizo un nudo en la garganta y bajó la mirada al suelo, refugiándose en el pavimento. Era demasiada buena persona como para rechazar la llamada de ayuda de alguien tan desgraciado.
—Yo... iré si quieres.
Su rostro no delató sentimiento alguno, había visto a su madre negociar en el pasado y poco a poco aprendió de ella. En su fuero interno ya tenía muy claro que no podía fiarse del desfigurado. Desviar una pregunta de aquella manera, dando una respuesta tan demagógica como inexacta no decían nada bueno del empresario.
—Un momento —le interrumpió Akame, y el hombre arrugó el rostro maltrecho con molestia—. Dice usted que somos los primeros clientes, pero... ¿A estas horas de la mañana? No parece que su negocio vaya muy bien.
Ralexion le dedicó un profundo vistazo al otro genin. Sus habilidades deductivas no eran moco de pavo; sin lugar a dudas Shigeru había patinado al revelar sin necesidad alguna un detalle del que se podía decir mucho. Y al igual que antes, le resultaba obvio que Akame no iba a suavizar la dureza de sus palabras incluso aunque el aludido estuviera frente a él.
Su mirada avellana se tornó sobre el poco atractivo sujeto. El muchacho esperaba una reacción que estuviera en las líneas de la ira, la incredulidad, o similar. En su lugar llegaron sollozos y penas, que condujeron al Uchiha a engendrar un semblante de sorpresa y preocupación.
—Este negocio fue de mi padre antes que mío... No podría aguantar la vergüenza de tener que cerrar —admitió, cabizbajo—. ¡Pero miradme! ¿Creéis que alguien querría venir a mis termas? La gente ni siquiera me da una oportunidad. Todos me miran, asqueados, y cruzan la calle... —y en ese momento apretó los puños—. ¡Pero no! ¡Nunca me rendiré!
Ahora las entrañas del joven de cabellos azabache sentían pena. Se le hizo un nudo en la garganta y bajó la mirada al suelo, refugiándose en el pavimento. Era demasiada buena persona como para rechazar la llamada de ayuda de alguien tan desgraciado.
—Yo... iré si quieres.