24/04/2017, 23:44
Akame suspiró por tercera vez en aquella mañana cuando vio como su compañero Uchiha simplemente se encogía de hombros con cierta resignación. «Un tipo curioso, este Ralexion...», caviló mientras le seguía por el estrecho pasillo que llevaba a los vestuarios.
Una vez dentro de la sala —parca y poco amueblada—, Akame se limitó a desvestirse por completo con total naturalidad y dejar todas sus pertenencias, incluída su preciada espada, en una de la docena de taquillas que había en el vestuario.
—No tienen cerradura... —musitó el Uchiha con una mezcla de preocupación y desagrado—. Ah...
Suspiró una vez más y esperó a que Ralexion estuviese listo para entrar en los baños termales.
Pese al deplorable estado del resto del edificio, la verdad es que las termas en sí estaban bastante cuidadas. El suelo de piedra estaba bien pulido y no había una sola mancha. El agua humeaba a una temperatura más que agradable y la sala era, en general, de las mejores que Akame había visitado en su corta vida. Inesperadamente complacido, el Uchiha se quitó la toalla y, dejándola sobre una roca especialmente brillante, se metió en el agua.
—Parece que al final ha sido un acierto venir, Ralexion-kun —admitió mientras se sumergía en el agua caliente hasta la altura del pecho, donde lucía el tatuaje de la serpiente devorándose a sí misma—. ¿Conocías el sitio desde el principio?
Una vez dentro de la sala —parca y poco amueblada—, Akame se limitó a desvestirse por completo con total naturalidad y dejar todas sus pertenencias, incluída su preciada espada, en una de la docena de taquillas que había en el vestuario.
—No tienen cerradura... —musitó el Uchiha con una mezcla de preocupación y desagrado—. Ah...
Suspiró una vez más y esperó a que Ralexion estuviese listo para entrar en los baños termales.
Pese al deplorable estado del resto del edificio, la verdad es que las termas en sí estaban bastante cuidadas. El suelo de piedra estaba bien pulido y no había una sola mancha. El agua humeaba a una temperatura más que agradable y la sala era, en general, de las mejores que Akame había visitado en su corta vida. Inesperadamente complacido, el Uchiha se quitó la toalla y, dejándola sobre una roca especialmente brillante, se metió en el agua.
—Parece que al final ha sido un acierto venir, Ralexion-kun —admitió mientras se sumergía en el agua caliente hasta la altura del pecho, donde lucía el tatuaje de la serpiente devorándose a sí misma—. ¿Conocías el sitio desde el principio?