25/04/2017, 00:37
El vestuario era pulcro y minimalista, por no llamarlo árido o falto de instalaciones.
Quizás se estaba habituando a la presencia de Akame, pero se sentía algo más tranquilo. Se desabrochó las sandalias y quitó sus ropajes, que dobló con notable habilidad y lo depositó todo en la taquilla contigua a la de su semejante.
—No tienen cerradura... —musitó el Uchiha con una mezcla de preocupación y desagrado—. Ah...
—Míralo por el lado bueno, somos los únicos clientes, así que dudo que nos robe nadie —afirmó con actitud más vivaz, más confiado, sonriente.
Por motivos basados fundamentalmente en la curiosidad y que no tenían nada que ver con una posible homosexualidad latente, Ralexion observó el cuerpo del otro moreno. Le llamó especial atención el tatuaje que tenía impreso en el pecho, pero no solo eso, si no sus cicatrices, su complexión. Tendrían una edad similar, pero algo en el cuerpo y el alma de Akame era tan... adulto. Ralexion sentía envidia.
Sabía que en su estado actual nunca llamaría la atención de chicas como Sakamoto Noemi, la que aseguraban que era la genin más bella de la aldea.
Apartó la mirada de pronto. Caminó hacia la que debía de ser la entrada a las termas y la abrió. «¡Vaya!», exclamó en su mente al ojear lo que le yacía al otro lado de la puerta corredera. El interior del baño parecía un mundo distinto al resto del balneario. ¡Todo el esfuerzo de mantenimiento debía de haber sido vertido -nunca mejor dicho- en las piscinas de agua caliente!
Permitió que su toalla cayera al suelo como quien tira algo que ya no necesita. Se estiró a conciencia, haciendo que su cuello y otras extremidades crujieran en el proceso. La desnudez le aportaba una sensación de libertad muy agradable, como quien se quita una mochila cargada hasta casi desbordar después de soportarla a la espalda durante excesivas horas.
—Parece que al final ha sido un acierto venir, Ralexion-kun —admitió mientras se sumergía en el agua caliente hasta la altura del pecho, donde lucía el tatuaje de la serpiente devorándose a sí misma—. ¿Conocías el sitio desde el principio?
Ralexion se metió en el baño poco después de Akame, disfrutando el cambio de temperatura, exhalando un suspiro de placer. Se acomodó, apoyando la espalda sobre la roca, los brazos fuera del agua, descansando sobre el firme suelo sobre codos y antebrazos.
—Y tanto —expresó su aprobación— Como ya te dije antes, había oído hablar de él, pero no sabía que estos baños fueran tan inesperadamente buenos. Este sitio es un diamante en bruto.
Quizás se estaba habituando a la presencia de Akame, pero se sentía algo más tranquilo. Se desabrochó las sandalias y quitó sus ropajes, que dobló con notable habilidad y lo depositó todo en la taquilla contigua a la de su semejante.
—No tienen cerradura... —musitó el Uchiha con una mezcla de preocupación y desagrado—. Ah...
—Míralo por el lado bueno, somos los únicos clientes, así que dudo que nos robe nadie —afirmó con actitud más vivaz, más confiado, sonriente.
Por motivos basados fundamentalmente en la curiosidad y que no tenían nada que ver con una posible homosexualidad latente, Ralexion observó el cuerpo del otro moreno. Le llamó especial atención el tatuaje que tenía impreso en el pecho, pero no solo eso, si no sus cicatrices, su complexión. Tendrían una edad similar, pero algo en el cuerpo y el alma de Akame era tan... adulto. Ralexion sentía envidia.
Sabía que en su estado actual nunca llamaría la atención de chicas como Sakamoto Noemi, la que aseguraban que era la genin más bella de la aldea.
Apartó la mirada de pronto. Caminó hacia la que debía de ser la entrada a las termas y la abrió. «¡Vaya!», exclamó en su mente al ojear lo que le yacía al otro lado de la puerta corredera. El interior del baño parecía un mundo distinto al resto del balneario. ¡Todo el esfuerzo de mantenimiento debía de haber sido vertido -nunca mejor dicho- en las piscinas de agua caliente!
Permitió que su toalla cayera al suelo como quien tira algo que ya no necesita. Se estiró a conciencia, haciendo que su cuello y otras extremidades crujieran en el proceso. La desnudez le aportaba una sensación de libertad muy agradable, como quien se quita una mochila cargada hasta casi desbordar después de soportarla a la espalda durante excesivas horas.
—Parece que al final ha sido un acierto venir, Ralexion-kun —admitió mientras se sumergía en el agua caliente hasta la altura del pecho, donde lucía el tatuaje de la serpiente devorándose a sí misma—. ¿Conocías el sitio desde el principio?
Ralexion se metió en el baño poco después de Akame, disfrutando el cambio de temperatura, exhalando un suspiro de placer. Se acomodó, apoyando la espalda sobre la roca, los brazos fuera del agua, descansando sobre el firme suelo sobre codos y antebrazos.
—Y tanto —expresó su aprobación— Como ya te dije antes, había oído hablar de él, pero no sabía que estos baños fueran tan inesperadamente buenos. Este sitio es un diamante en bruto.