25/04/2017, 08:51
Con un nuevo pañal asegurado entre sus piernas, Mitsunari estaba limpio y seguro. Aceptó el biberón de buena gana, al terminarlo eructó y no tardó en quedar dormido.
No ocurrió nada digno de mención hasta principios de la mañana. Karamaru podría haber decidido continuar su vigilia hasta este momento o volver a conciliar el sueño. A las 9 en punto sonó el despertador en la habitación de los dos hermanos, que procedieron a levantarse y seguir su ritual rutinario de todos los días. Bajaron, en pijama, a la cocina, dándole los buenos días al shinobi tan pronto lo vieran. Mostrando cierta autosuficiencia se prepararon el desayuno ellos mismos -cereales con leche, nada complicado-, y el calvo podría acompañarlos si así lo deseaba, ya que el bebé continuaba durmiendo en su cuna del salón.
Entonces sonó el timbre de la entrada. Alguien estaba en la puerta.
No ocurrió nada digno de mención hasta principios de la mañana. Karamaru podría haber decidido continuar su vigilia hasta este momento o volver a conciliar el sueño. A las 9 en punto sonó el despertador en la habitación de los dos hermanos, que procedieron a levantarse y seguir su ritual rutinario de todos los días. Bajaron, en pijama, a la cocina, dándole los buenos días al shinobi tan pronto lo vieran. Mostrando cierta autosuficiencia se prepararon el desayuno ellos mismos -cereales con leche, nada complicado-, y el calvo podría acompañarlos si así lo deseaba, ya que el bebé continuaba durmiendo en su cuna del salón.
Entonces sonó el timbre de la entrada. Alguien estaba en la puerta.