26/04/2017, 15:39
(Última modificación: 26/04/2017, 15:40 por Hanamura Kazuma.)
—Y yo que pensaba que las legendas de mi familia eran difíciles de creer —sentencio Kōtetsu, impresionado por la narrativa de un libro que hablaba sobre la última guerra ninja.
—Dicen que en toda legenda, por más fantástica que sea, hay un poco de verdad —le recordó con suavidad su maestro—. Y estoy seguro de que has comprobado la parte real de tus historias familiares.
Aquellos pequeños intercambios de incredulidad y sabiduría habían tenido lugar muchas veces en las últimas semanas. El maestro del joven peliblanco le había dejado claro que como ninja debía de conocer todo lo referente a la historia de los mismos, para saber de dónde venían. Sin embargo, su joven aprendiz mostraba dificultad para tomar en serio todo aquel montón de sucesos fantásticos que colmaban la mayoría de historias y relatos que se supone debían tomarse por ciertos.
—Es que hablan de soles que bajaban a la tierra para crear explosiones que arrasaban con aldeas enteras —aseguro con mucho escepticismo—. Si se tratara de un poema épico y esto fuese una alegoría para referirse a un desastre natural bien podría entenderlo, pero el caso es que lo dicen de manera literal en los textos cronológicos.
»Es que…, yo soy el vivo testimonio de algunas de las historias de mi familia, pero estos cuentos no tienen nada que respalde su veracidad.
—Ya veo… Si necesitas pruebas para creer, se dé un lugar que aun tiene las suficientes como para convencerte.
—Así que estos son los restos de Konoha. —Se para al borde del cráter y miro por los alrededores.
El viaje, cortesía de su maestro, le había tomado varios días. Una parte del trayecto fue en barco, a través del golfo de la espiral, y la otra a pie desde un pequeño pueblo costero. El joven y sus acompañantes se estaban asentando en un poblado cerca de aquel sitio, aunque él hubiese preferido ir solo. De todas formas, aunque era un viaje de estudio, gozaba de cierta libertad para ir y venir como le placiera.
Comenzó a descender con lentitud, captando con su vista todo cuanto podía. Aquel sitio estaba cubierto por un silencio que se alternaba con un leve silbido del viento. Resultaba demasiado desolador como para poder considerarlo una formación natural o un sitio turístico, aun más con ese extraño polvo, fino y claro, que se mantenía flotando como neblina en algunos sitios.
“Ya veo… Si, es imposible que esto fuese provocado por algún evento natural, pero resulta casi imposible imaginar que la mano humana sea la responsable de tal nivel de destrucción.”
Se detuvo un poco a pensar, y luego siguió caminando tratando de comprender las implicaciones de lo que estaba viendo.
—Dicen que en toda legenda, por más fantástica que sea, hay un poco de verdad —le recordó con suavidad su maestro—. Y estoy seguro de que has comprobado la parte real de tus historias familiares.
Aquellos pequeños intercambios de incredulidad y sabiduría habían tenido lugar muchas veces en las últimas semanas. El maestro del joven peliblanco le había dejado claro que como ninja debía de conocer todo lo referente a la historia de los mismos, para saber de dónde venían. Sin embargo, su joven aprendiz mostraba dificultad para tomar en serio todo aquel montón de sucesos fantásticos que colmaban la mayoría de historias y relatos que se supone debían tomarse por ciertos.
—Es que hablan de soles que bajaban a la tierra para crear explosiones que arrasaban con aldeas enteras —aseguro con mucho escepticismo—. Si se tratara de un poema épico y esto fuese una alegoría para referirse a un desastre natural bien podría entenderlo, pero el caso es que lo dicen de manera literal en los textos cronológicos.
»Es que…, yo soy el vivo testimonio de algunas de las historias de mi familia, pero estos cuentos no tienen nada que respalde su veracidad.
—Ya veo… Si necesitas pruebas para creer, se dé un lugar que aun tiene las suficientes como para convencerte.
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—Así que estos son los restos de Konoha. —Se para al borde del cráter y miro por los alrededores.
El viaje, cortesía de su maestro, le había tomado varios días. Una parte del trayecto fue en barco, a través del golfo de la espiral, y la otra a pie desde un pequeño pueblo costero. El joven y sus acompañantes se estaban asentando en un poblado cerca de aquel sitio, aunque él hubiese preferido ir solo. De todas formas, aunque era un viaje de estudio, gozaba de cierta libertad para ir y venir como le placiera.
Comenzó a descender con lentitud, captando con su vista todo cuanto podía. Aquel sitio estaba cubierto por un silencio que se alternaba con un leve silbido del viento. Resultaba demasiado desolador como para poder considerarlo una formación natural o un sitio turístico, aun más con ese extraño polvo, fino y claro, que se mantenía flotando como neblina en algunos sitios.
“Ya veo… Si, es imposible que esto fuese provocado por algún evento natural, pero resulta casi imposible imaginar que la mano humana sea la responsable de tal nivel de destrucción.”
Se detuvo un poco a pensar, y luego siguió caminando tratando de comprender las implicaciones de lo que estaba viendo.
![[Imagen: aab687219fe81b12d60db220de0dd17c.gif]](https://i.pinimg.com/originals/aa/b6/87/aab687219fe81b12d60db220de0dd17c.gif)