19/06/2015, 22:01
El rubio se debatía entre la vida y la muerte, acabando ese interminable cuenco de arroz y salmón... bueno, intentando acabarlo. Su tarea realmente comenzaba a apreciarse como que imposible. Por mas que comía, la cantidad o volumen parecía bajar... pero a un ritmo para nada acorde al ritmo al que el chico ingería. Éste plato se lo dabas a un pato, y el pobre animal acabaría explotando, literalmente.
Por otro lado, su compañero tramó algo por su cuenta. No comió ni por asomo tanto como el rubio, sin embargo se le veía mas que calmado. Estaba conforme, placido, y apreciablemente lleno. Ésto último quedó mas que vigente cuando éste se llevó la mano al estomago. Zuka le miró, pero tampoco le prestó demasiada importancia. Ya seguiría comiendo cuando quisiera. Sin embargo, el peliblanco dejó claro que ya había llegado a su límite. No podía comer mas, pero la comida le había gustado, y pedía a la señora que se lo pusiera en algún recipiente mientras ponía ojos de gatito mono.
"Ostras... un tape... quizás es buena idea..."
Sin embargo, poco tiempo le duraría al Yotuski ese pensamiento. La mujer se posicionó ante ellos, de manera tosca y con el entrecejo fruncido.
— Un carao te va deha la comia! Dela mesa no levanta ta que termine de comé! — Vociferó la mujer.
En el acto, una ráfaga de arroz salió disparada desde la boca del rubio. El arroz se le fue por el conducto que no era al escuchar las palabras de la mujer, y no pudo evitar escupirlo todo de un sopetón. ¿Acaso estaba loca esa mujer? Por dios, lo que pedía era imposible....
— Hostia puta! — Se aquejó el chico dándose unos pequeños golpes en el pecho.
La situación le había impresionado, y casi había perdido del todo la respiración. Tras esos pequeños golpes, alzó una ceja y miró al peliblanco. No tenía que decirle nada, la cosa estaba mas clara que el agua. El arroz era exquisito... pero era algo imposible acabarse ese absurdo plato de gigantes.
— A comé onbre yiá! — Volvió a insistir la mujer, alzando esa dantesca mano.
Por otro lado, su compañero tramó algo por su cuenta. No comió ni por asomo tanto como el rubio, sin embargo se le veía mas que calmado. Estaba conforme, placido, y apreciablemente lleno. Ésto último quedó mas que vigente cuando éste se llevó la mano al estomago. Zuka le miró, pero tampoco le prestó demasiada importancia. Ya seguiría comiendo cuando quisiera. Sin embargo, el peliblanco dejó claro que ya había llegado a su límite. No podía comer mas, pero la comida le había gustado, y pedía a la señora que se lo pusiera en algún recipiente mientras ponía ojos de gatito mono.
"Ostras... un tape... quizás es buena idea..."
Sin embargo, poco tiempo le duraría al Yotuski ese pensamiento. La mujer se posicionó ante ellos, de manera tosca y con el entrecejo fruncido.
— Un carao te va deha la comia! Dela mesa no levanta ta que termine de comé! — Vociferó la mujer.
En el acto, una ráfaga de arroz salió disparada desde la boca del rubio. El arroz se le fue por el conducto que no era al escuchar las palabras de la mujer, y no pudo evitar escupirlo todo de un sopetón. ¿Acaso estaba loca esa mujer? Por dios, lo que pedía era imposible....
— Hostia puta! — Se aquejó el chico dándose unos pequeños golpes en el pecho.
La situación le había impresionado, y casi había perdido del todo la respiración. Tras esos pequeños golpes, alzó una ceja y miró al peliblanco. No tenía que decirle nada, la cosa estaba mas clara que el agua. El arroz era exquisito... pero era algo imposible acabarse ese absurdo plato de gigantes.
— A comé onbre yiá! — Volvió a insistir la mujer, alzando esa dantesca mano.