27/04/2017, 11:53
(Última modificación: 4/05/2017, 18:38 por Amedama Daruu.)
Cuando estaba a punto de salir de la calle, escuchó una sorpresa grupal a sus espaldas, seguida de un murmullo acelerado. Daruu se dio la vuelta, pero la muchedumbre no le dejaba ver lo que pasaba detrás. El Hyuuga se encogió de hombros, volvió a voltearse, y siguió su camino, despreocupado.
—¡Que alguien me eche una mano con esto joder! —Un grito de alguien, joven, a sus espaldas de nuevo. Otra vez los murmullos.
Curioso, Daruu volvió a girarse, ya casi en la otra calle, y activó su Byakugan para ver mejor. Al parecer dos personas se habían desmayado, una de ellas el artista y la otra una comerciante. Probablemente por exceso de esfuerzo, por el calor humano, o por agobio.
Daruu hizo entonces lo que todo el mundo haría en una situación como aquella, pero lo que nadie admitiría directamente. Desactivó su dojutsu, se dio la vuelta de nuevo, y echó a caminar calle abajo, no solucionando el problema pero sí quitándoselo de la vista. Su trabajo era el de ser ninja, y el trabajo de los médicos era ayudar a esa gente. Y estaban delante del hospital, así que supuso que nadie corría peligro.
—Mmh... —pensó un momento, al girar la esquina. Pareció reflexionar unos instantes, con el rostro ladeado.
Entonces giró a la derecha y entró en una taberna con taburetes donde hacían un ramen cojonudo.
—¡Que alguien me eche una mano con esto joder! —Un grito de alguien, joven, a sus espaldas de nuevo. Otra vez los murmullos.
Curioso, Daruu volvió a girarse, ya casi en la otra calle, y activó su Byakugan para ver mejor. Al parecer dos personas se habían desmayado, una de ellas el artista y la otra una comerciante. Probablemente por exceso de esfuerzo, por el calor humano, o por agobio.
Daruu hizo entonces lo que todo el mundo haría en una situación como aquella, pero lo que nadie admitiría directamente. Desactivó su dojutsu, se dio la vuelta de nuevo, y echó a caminar calle abajo, no solucionando el problema pero sí quitándoselo de la vista. Su trabajo era el de ser ninja, y el trabajo de los médicos era ayudar a esa gente. Y estaban delante del hospital, así que supuso que nadie corría peligro.
—Mmh... —pensó un momento, al girar la esquina. Pareció reflexionar unos instantes, con el rostro ladeado.
Entonces giró a la derecha y entró en una taberna con taburetes donde hacían un ramen cojonudo.