28/04/2017, 07:18
La pequeña Inaru contempló de espaldas la explicación que su niñera le daba acerca de su pregunta, que a pesar de haber sido formulada con la más inocente de las intenciones; llevaba en su haber una extraña connotación que le hacía sentirse levemente afligida. Reika no pudo ver aquello en el rostro de la neonata pues se encontraba detrás suyo, y tampoco tenía la capacidad de presentir por dónde iban los tiros; al menos no por ahora.
Finalmente, Inaru detuvo su mano y dejó de peinar a su muñeca. Dejó que sus pequeños dedos acomodaran un par de mechones, y luego alzó la vista hacia lo más alto de la estantería, que de esa posición se le antojaba inalcanzable. Ojeó allí, en donde deberían haber miles de fotos, y en cambio sólo había unas pocas.
—Y es pedigroso, ¿verdad? —insistió ella, por un camino que quizás no querría recorrer—. ¿tú también vas a morir algún día, deika-chan?
Finalmente, Inaru detuvo su mano y dejó de peinar a su muñeca. Dejó que sus pequeños dedos acomodaran un par de mechones, y luego alzó la vista hacia lo más alto de la estantería, que de esa posición se le antojaba inalcanzable. Ojeó allí, en donde deberían haber miles de fotos, y en cambio sólo había unas pocas.
—Y es pedigroso, ¿verdad? —insistió ella, por un camino que quizás no querría recorrer—. ¿tú también vas a morir algún día, deika-chan?