28/04/2017, 16:35
El rostro deformado de Shigeru se encogió en una mueca de desagrado cuando Ralexion le expuso su negativa a tomar parte en aquel sabotaje de agua helada. El dueño de las termas trató de disimularlo, irguiéndose en su corta estatura para volver a repartir su mirada astuta entre ambos jóvenes. Escudriñó a Akame durante unos instantes, como si quisiera encontrar en él el apoyo que su compañero no le había dado; pero en los ojos negros y duros del Uchiha no halló más que indiferencia y rechazo. «Ni lo pienses, amigo».
Viéndose cada vez con menos opciones, Shigeru decidió pasar a la ofensiva. De uno de los bolsillos de su desaliñada camisa blanca sacó un fajo de billetes. A simple vista, Akame estimó que habría entre dos mil y pico, y tres mil ryos contantes y sonantes.
—Muchachos... —dijo Shigeru, agitando los billetes—. Será vuestro si me ayudáis a meter cien kilos de hielo escarchado en la bomba principal de las termas de mi hermano. Fácil, rápido y sencillo, ¡nadie sabrá que estuvísteis implicados!
Ahora sí, el pobre hombre volvió a inclinarse —esta vez, hasta quedar de rodillas—, ante los chicos. Akame se cruzó de brazos, impasible.
Viéndose cada vez con menos opciones, Shigeru decidió pasar a la ofensiva. De uno de los bolsillos de su desaliñada camisa blanca sacó un fajo de billetes. A simple vista, Akame estimó que habría entre dos mil y pico, y tres mil ryos contantes y sonantes.
—Muchachos... —dijo Shigeru, agitando los billetes—. Será vuestro si me ayudáis a meter cien kilos de hielo escarchado en la bomba principal de las termas de mi hermano. Fácil, rápido y sencillo, ¡nadie sabrá que estuvísteis implicados!
Ahora sí, el pobre hombre volvió a inclinarse —esta vez, hasta quedar de rodillas—, ante los chicos. Akame se cruzó de brazos, impasible.