28/04/2017, 21:18
Apretó con ganas, amparado por la adrenalina, ignorando sin tapujos la desagradable textura de la camisa. Esperaba una respuesta, por patética que fuera, proveniente de la destrozada boca del dueño del lugar, pero ni eso fue capaz de articular.
Enseñó los dientes, la mandíbula bien firme. Se estaba planteando muy seriamente el arrearle una tunda con la mano libre a esa hiena hecha persona. Lo habría hecho de no ser por Akame, que asió su extremidad con una robustez equivalente a la que Ralexion estaba usando con Shigeru.
Le dirigió la mirada, serio, colérico. Su visión colisionó con el Sharingan de Akame, que se había apoderado de los ojos del genin una vez más. Aquello solo alimentó su vesania. «Maldita sea, siempre con su puñetero Sharingan... parece que me lo esté restregando».
Pero no merecía la pena, Akame estaba en lo cierto. ¿Golpear a Shigeru y acto seguido a su compatriota? Mucho esfuerzo sin motivo de peso. Dejó ir con desprecio al dueño y se libró de la presa de su congénere con una brusca moción de antebrazo. Salió de allí sin mediar palabra, la mirada baja y el semblante ardiente.
Cerró la puerta de los vestuarios de un portazo y comenzó a vestirse con prisa. Necesitaba marcharse de ese lugar.
Enseñó los dientes, la mandíbula bien firme. Se estaba planteando muy seriamente el arrearle una tunda con la mano libre a esa hiena hecha persona. Lo habría hecho de no ser por Akame, que asió su extremidad con una robustez equivalente a la que Ralexion estaba usando con Shigeru.
Le dirigió la mirada, serio, colérico. Su visión colisionó con el Sharingan de Akame, que se había apoderado de los ojos del genin una vez más. Aquello solo alimentó su vesania. «Maldita sea, siempre con su puñetero Sharingan... parece que me lo esté restregando».
Pero no merecía la pena, Akame estaba en lo cierto. ¿Golpear a Shigeru y acto seguido a su compatriota? Mucho esfuerzo sin motivo de peso. Dejó ir con desprecio al dueño y se libró de la presa de su congénere con una brusca moción de antebrazo. Salió de allí sin mediar palabra, la mirada baja y el semblante ardiente.
Cerró la puerta de los vestuarios de un portazo y comenzó a vestirse con prisa. Necesitaba marcharse de ese lugar.