29/04/2017, 18:00
Antes de eliminar el mar sellado, Shiona había tenido que esquivar un montón de senbon dando un paso a la derecha. En lugar de hacerlo simplemente, lo hizo mientras se quitaba la capa, haciendo que las espinas se clavasen en ella y se la llevasen, atrás, unos metros. Había tenido muchas malas experiencias con armas, hilos, y shinobis excepcionalmente diestros. Era mejor así, pues se aseguraba que las armas quedasen atrapadas hasta caer al suelo.
Algo agarró a Shiona por la espalda. Le hubiese gustado decir que ahogó un grito, pero su grito fue ahogado por un brazo que, de propietario furtivo, ahora le apretaba la garganta.
Notó el aliento sarnoso de aquella mujer-bestia al lado de su oído, acercándose a ella.
—Sé mi amante esta noche.
Un susurro escalofriante. El tacto de los dientes empezando a morder, clavándose, hiriendo, desgarrando.
—¡Aaaargh! —chilló, como un cerdo atrapado en el matadero. Respiró agitadamente. Se agarró el kimono con todas sus fuerzas, se mordió el labio hasta hacerse sangre...
...y luego juntó las manos.
—Seré tu amante, pero no me conformaré con una noche. Bailaremos a la luz de la luna, por siempre —rio, sardónica. La risa de una mujer que espera su propia muerte—. Entrégame tu eternidad.
Dos pequeños destellos después, Shiona empuñaba dos ninjatos, de subterfugio usando su propio cuerpo como obstáculo visual. Hizo un esfuerzo y los puso en punta hacia su pecho. Y clavó las armas atravesándose a sí misma en el corazón y en un pulmón, y al Demonio Blanco que detrás aguardaba, amarrándola con fuerza. La sangre corrió por su estómago y luego, la nada.
Luego, la nada. Una esfera de oscuridad se tragó a Shiona. Se tragó el Demonio Blanco. Se tragó gran parte del agua y de la tierra y del aire, y se habría tragado cualquier otra cosa y la habría atrapado dentro de ella. Su trampa mortal. El as en la manga. La última carta.
Su despedida.
Los cuatro símbolos de la técnica volvieron a aparecer en el cuerpo inerte de Shiona cuando besaron de nuevo su piel. Cayó sobre las aguas del lago, que tristes, lánguidas, se habían estabilizado.
Y el cielo, triste, lloró.
Hubo un destello de luz. El cuerpo de Haskoz, débil, inconsciente, pero con vida, flotaba por la superficie del agua. Si todo iba bien, despertaría en la nueva orilla del lado, al día siguiente, con la primera luz del amanecer.
•••
Algo agarró a Shiona por la espalda. Le hubiese gustado decir que ahogó un grito, pero su grito fue ahogado por un brazo que, de propietario furtivo, ahora le apretaba la garganta.
Notó el aliento sarnoso de aquella mujer-bestia al lado de su oído, acercándose a ella.
—Sé mi amante esta noche.
Un susurro escalofriante. El tacto de los dientes empezando a morder, clavándose, hiriendo, desgarrando.
—¡Aaaargh! —chilló, como un cerdo atrapado en el matadero. Respiró agitadamente. Se agarró el kimono con todas sus fuerzas, se mordió el labio hasta hacerse sangre...
...y luego juntó las manos.
—Seré tu amante, pero no me conformaré con una noche. Bailaremos a la luz de la luna, por siempre —rio, sardónica. La risa de una mujer que espera su propia muerte—. Entrégame tu eternidad.
Dos pequeños destellos después, Shiona empuñaba dos ninjatos, de subterfugio usando su propio cuerpo como obstáculo visual. Hizo un esfuerzo y los puso en punta hacia su pecho. Y clavó las armas atravesándose a sí misma en el corazón y en un pulmón, y al Demonio Blanco que detrás aguardaba, amarrándola con fuerza. La sangre corrió por su estómago y luego, la nada.
Luego, la nada. Una esfera de oscuridad se tragó a Shiona. Se tragó el Demonio Blanco. Se tragó gran parte del agua y de la tierra y del aire, y se habría tragado cualquier otra cosa y la habría atrapado dentro de ella. Su trampa mortal. El as en la manga. La última carta.
Su despedida.
Los cuatro símbolos de la técnica volvieron a aparecer en el cuerpo inerte de Shiona cuando besaron de nuevo su piel. Cayó sobre las aguas del lago, que tristes, lánguidas, se habían estabilizado.
Y el cielo, triste, lloró.
•••
Hubo un destello de luz. El cuerpo de Haskoz, débil, inconsciente, pero con vida, flotaba por la superficie del agua. Si todo iba bien, despertaría en la nueva orilla del lado, al día siguiente, con la primera luz del amanecer.
Shiona, Sandaime Uzukage
– (-100%)
– (-5) (-5) (-50) (regen. impedida)
- 10 Fuuma Shuriken (sellados en los mitones, cinco en cada brazo)
- 50 Shuriken (sellados a lo largo de cada uno de los 10 dedos de las manos)
- 6 paquetes de hilo (sellados en los mitones, en el dorso de las manos, 3 en cada una)
- 2 pergaminos medianos con relámpagos sellados en cada uno de los muslos (50 PV de daño por impacto directo)
Haskoz
–
–
Primera AO revelada: Shiona tenía preparado el fūinjutsu Ura Shishō Fūinjutsu de antemano, antes de la batalla.
1 AO
0/450
22/270
- 10 Fuuma Shuriken (sellados en los mitones, cinco en cada brazo)
- 50 Shuriken (sellados a lo largo de cada uno de los 10 dedos de las manos)
- 6 paquetes de hilo (sellados en los mitones, en el dorso de las manos, 3 en cada una)
- 2 pergaminos medianos con relámpagos sellados en cada uno de los muslos (50 PV de daño por impacto directo)
Haskoz
1/180
35/60
+25
–Primera AO revelada: Shiona tenía preparado el fūinjutsu Ura Shishō Fūinjutsu de antemano, antes de la batalla.
1 AO