29/04/2017, 19:45
Años atrás, en su época de máxima plenitud, la muchedumbre aseguraba que el Demonio Blanco era como la peste, como una enfermedad vírica y mortal que dejaba un rastro de muerte y desolación allí por donde pasaba.
Pero se equivocaban. Él no era como la peste. Él era la peste.
Cuando los dientes ensangrentados del Demonio Blanco entraron en contacto con la oreja de la mujer, no solo se la arrancó, sino que le traspasó un virus. Una enfermedad mortal del que solo se conocía un superviviente: él mismo.
Pero quizá eso ya diese igual…
—Seré tu amante, pero no me conformaré con una noche. Bailaremos a la luz de la luna, por siempre —la mujer rio, sardónica. Y por primera vez en la vida del Demonio Blanco, algo en aquel mundo logró inquietarle: era la risa de una mujer que no temía a la muerte, sino que la recibía con los brazos abiertos—. Entrégame tu eternidad.
Los ojos color violeta del Demonio Blanco se abrieron, sorprendidos. Los ninjatos atravesaron carne, músculo, huesos…
… y una capa. Una capa con diversos senbons clavados en ella, empapada por el agua que la había arrastrado. Y es que el Demonio Blanco, recordando su primera muerte, había sido previsor —como Izanagi al lavarse y purificarse tras su entrada al Yomi— y había sellado en su lengua un sencillo pero útil ninjutsu: el kawarimi.
La única condición: que algo le dañase.
El truco hizo efecto, y apareció muchos metros a la espalda de ella, viéndose de pronto arrastrado por el oleaje. El fuego que corría por sus venas se había convertido en apenas una llama, débil y temblorosa como una vela bajo la tormenta. Se le habían agotado las fuerzas, pero pidió energías prestadas a su madre Izanami por última vez, y logró anclar una mano en la superficie del lago para elevarse sobre ella.
El cielo lloraba, y hacía bien en hacerlo. Aquel día había nacido un demonio. Uno que no pensaba irse en mucho tiempo. Sus pasos le condujeron hasta su rival, su oponente… su víctima. Tomó sus cabellos antes de que terminase de hundirse, con delicadeza. Casi podría decirse que con dulzura. Levantó el brazo y la alzó ante él.
Tenía la cara de un muerto...
—¿Por qué tuviste que morirte? —su voz sonaba rota, agotada. Agotada e indignada—. ¡Tenía que ser yo! —rugió, tirándola al lago con violencia—. ¡Tenía que ser yo el que te matase!
Furioso e indignado, rugió. El sonido de la trompeta que anuncia la guerra. Una guerra que había nacido junto a él, aquel preciso e instante día. Y que no terminaría hasta el fin de los tiempos. Entonces, como un rayo de luz y esperanza, algo se topó ante sus ojos color violeta. Algo que le hizo temblar de emoción y reír de pura felicidad. Sus facciones quemadas y encharcadas del vivo color rojo carmesí esbozaron una sonrisa de oreja a oreja.
Había visto a un chico de pelo blanco flotando en la superficie… vivo.
Pero se equivocaban. Él no era como la peste. Él era la peste.
Cuando los dientes ensangrentados del Demonio Blanco entraron en contacto con la oreja de la mujer, no solo se la arrancó, sino que le traspasó un virus. Una enfermedad mortal del que solo se conocía un superviviente: él mismo.
Pero quizá eso ya diese igual…
—Seré tu amante, pero no me conformaré con una noche. Bailaremos a la luz de la luna, por siempre —la mujer rio, sardónica. Y por primera vez en la vida del Demonio Blanco, algo en aquel mundo logró inquietarle: era la risa de una mujer que no temía a la muerte, sino que la recibía con los brazos abiertos—. Entrégame tu eternidad.
Los ojos color violeta del Demonio Blanco se abrieron, sorprendidos. Los ninjatos atravesaron carne, músculo, huesos…
… y una capa. Una capa con diversos senbons clavados en ella, empapada por el agua que la había arrastrado. Y es que el Demonio Blanco, recordando su primera muerte, había sido previsor —como Izanagi al lavarse y purificarse tras su entrada al Yomi— y había sellado en su lengua un sencillo pero útil ninjutsu: el kawarimi.
La única condición: que algo le dañase.
El truco hizo efecto, y apareció muchos metros a la espalda de ella, viéndose de pronto arrastrado por el oleaje. El fuego que corría por sus venas se había convertido en apenas una llama, débil y temblorosa como una vela bajo la tormenta. Se le habían agotado las fuerzas, pero pidió energías prestadas a su madre Izanami por última vez, y logró anclar una mano en la superficie del lago para elevarse sobre ella.
El cielo lloraba, y hacía bien en hacerlo. Aquel día había nacido un demonio. Uno que no pensaba irse en mucho tiempo. Sus pasos le condujeron hasta su rival, su oponente… su víctima. Tomó sus cabellos antes de que terminase de hundirse, con delicadeza. Casi podría decirse que con dulzura. Levantó el brazo y la alzó ante él.
Tenía la cara de un muerto...
—¿Por qué tuviste que morirte? —su voz sonaba rota, agotada. Agotada e indignada—. ¡Tenía que ser yo! —rugió, tirándola al lago con violencia—. ¡Tenía que ser yo el que te matase!
Furioso e indignado, rugió. El sonido de la trompeta que anuncia la guerra. Una guerra que había nacido junto a él, aquel preciso e instante día. Y que no terminaría hasta el fin de los tiempos. Entonces, como un rayo de luz y esperanza, algo se topó ante sus ojos color violeta. Algo que le hizo temblar de emoción y reír de pura felicidad. Sus facciones quemadas y encharcadas del vivo color rojo carmesí esbozaron una sonrisa de oreja a oreja.
Había visto a un chico de pelo blanco flotando en la superficie… vivo.
Demonio Blanco
–
–
- 1 Ninjato (perdida en la lava)
- Ōkunai (sellado en la palma derecha, ahora perdido, junto con el brazo)
- 10 Shuriken (5 sellados en la mano izquierda, los otros perdidos junto con la mano derecha)
- 1 Ono (sellada en la cadera, parte derecha)
- 2 Paquete de 5 senbon ( 1 sellado en el cuello, parte izquierda; el otro usado)
Si de algún modo consiguieses librarte de tu propia técnica, estos son los posibles daños:
AO anterior revelada: sellar el kawarimi en la lengua con el Tensha Fuin
170/390
24/300
-21
– - 1 Ninjato (perdida en la lava)
- Ōkunai (sellado en la palma derecha, ahora perdido, junto con el brazo)
- 10 Shuriken (5 sellados en la mano izquierda, los otros perdidos junto con la mano derecha)
- 1 Ono (sellada en la cadera, parte derecha)
- 2 Paquete de 5 senbon ( 1 sellado en el cuello, parte izquierda; el otro usado)
Si de algún modo consiguieses librarte de tu propia técnica, estos son los posibles daños:
AO anterior revelada: sellar el kawarimi en la lengua con el Tensha Fuin
![[Imagen: ksQJqx9.png]](https://i.imgur.com/ksQJqx9.png)
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado